martes, 16 de mayo de 2017

El Rey Arturo: La Leyenda de la Espada

El puro título nos remonta a todos los previos productos culturales del género de acción, aventura y fantasía, así como sus clichés. Sin embargo, esta vez nos contaron un cuento tan viejo de formas tan novedosas. Spoiler alert.

El Rey Arturo, ¿de qué trata? Realmente es una pregunta que pocos de la audiencia hacían durante el acceso a la sala. Cuando ya sabemos lo que nos van a contarnos, nuestra expectativa está realmente en el cómo lo van a hacer y creo que El Rey Arturo nos dio algo que no esperábamos.

La fórmula tradicional del cine épico está llena de elementos repetitivos como: los combates impresionantes en cámara lenta, largas descripciones visuales del crecimiento del héroe de niño alfeñique a héroe machote, romance con una mujer cabrona a la que derrite con su actitud douchy y muchos, muchos, muchos efectos especiales. El Rey Arturo (la del 2017 al menos) tiene casi nada de eso (pista: sí, sí están los muchos, muchos, muchos efectos especiales).

Para comenzar, es un producto que se vuelve interesante, más allá del si es bueno o no per se, debido al choque literario entre dos extremos de la vara: un cuento de hadas clásico y ancestral, contado de manera post moderna y atípica.

La historia hace uso de resúmenes en cámara y flash fowards in situ, lo cual en sí mismo es extravagante tanto para el cine épico como para el cine comercial (que era, bajo mis prejuicios, lo que aspiraba a encontrar en esta cinta). Por ejemplo, la infancia de Arturo (muy mesiánico, muy Moisés el asunto) te la cuentan completa en poco menos de dos minutos, sin perder detalle. Esta es quizá la primera secuencia que resalta en la cinta, por su misma esencia extranjera: vemos crecer a Arturo de la infancia a la adultez en un fast foward que, a pesar de todo, no pierde continuidad ni claridad. En un segundo momento atípico y, valga decirlo, bastante divertido, vemos una reunión clandestina de Arturo y los demás rebeldes que se oponen al tío tirano (típico) en la que están planeando una acción a futuro; sin embargo, vemos intercalada en la pantalla el tiempo presente y esa posibilidad futura mientras Arturo lo narra en ambos tiempos (sus diálogos están tanto en el presente como en el futuro). Es en este momento en que sabes que no has dado con sólo otra película épica del montón y que, al menos, quizo lograr un diferenciador para llamar la atención del público.

Sí, es cierto que el mito de Arturo es una fantasía en toda regla; aún así, no pude evitar sentir emociones encontradas al ver la caracterización de los personajes. Si hay una frase que describa el vestuario y maquillaje de la cinta sería: medieval post moderno chic.

Gambesones cosidos evidentemente a máquina, gorros de tela con mucho swag, cortes de cabello modernos y aspiracionales para todo chico que busca definir su masculinidad imitando a estos tipos duros a lo Momoa. Esta fórmula ¡es infalible! Imagínalo, querido lector, un grupo de hombres rudos con armas medievales que visten a lo medieval, sin renunciar a la estética moderna tan atractiva y que patean traseros a tiranos locos, ni siquiera Rápido y Furioso puede competir con este nivel de testosterona.

Ya sobre ese tenor, la película está llena de swag por todos lados, permeando en la construcción arquetípica del héroe fantástico y dándonos un Arturo un poco más caprichoso, un poco más cool y un mucho menos elegante: un Ragnar Lothbroke inglés. La escena previa a la batalla final en la que camina con Excálivur raspando el suelo no sólo genera una gran tensión emocional a quién aprecia ese tipo de armas, sino que le alborota las neuronas a los adolescentes observantes.

La película definitivamente no es mala, ni buena... es un cero a la izquierda, pero tiene grandes aciertos. Para mí, el mayor de todos es lograr crear una fantasía medieval y un cuento de hadas calibrando el texto lo suficiente para tener la dosis adecuada de post modernidad, sin caer en lo ridículo o lo superficial.

El elenco es maravilloso, no sólo por sus capacidades histriónicas, sino porque entendieron adecuadamente la idea del directo para esta cinta (quién valga decirlo también, hizo un gran trabajo manteniendo su Broforce en todo momento): los gags, la ideología, el estilo, la construcción de la fantasía, todo funciona como maquinita de reloj, bastante cohesivo y bastante coherente con lo que la cinta ostenta lograr.

Detalles negativos, siempre los habrá, especialmente porque sino tengo nada malo que decir, el blog no es divertido. La chica Merlín me generó demasiada expectativa y entregó muy poco, apilando una interpretación robótica (aunque funcional), un nulo sex appeal y un rol bastante menor en comparación a su símil directo, el gran mago Arturiano. Aunque, lo que sí es memorable, es el hecho de que sea un personaje que (al fin) no haya cedido a los pseudo encantos de un personaje cuya cabeza no le cabe sobre los hombros… digo, un cambio nunca cae mal.

Otra cosa que noté y que me parecen ciertamente un error, es la inclusión de material basura en la cinta. Yo vengo principalmente de la palabra escrita, es lo que más me gusta consumir y lo que más me gusta producir y creo que una de las máximas literarias es: “no le des a tu audiencia algo que no vaya a utilizar” y con el Rey Arturo me sucedió en múltiples ocasiones.

Una de las más notorias, a mi parecer, es el momento en que el tío loco y tirano casi termina su torre mágica, se acerca al altar y despiertan en él unos extraños poderes sobrenaturales que, sinceramente, no volvemos a ver nunca más. La fuente del poder maligno del tío (Jude Law) es más que nada una especie de bruja marina (Úrsula para adultos) que lo convierte en un bersek sobrenatural a cambio de la sangre de alguien que ame mucho (en un intento de humanizar al pobrecillo). Esos poderes sobrenaturales le ayudan a estar incluso a la altura de Excálivur, pero… no se parecen a los que muestra en ese fragmento mínimo en la torre, ni parecen tener relación alguna… así que es sólo información basura, para darle un toque más mágico (y consumir tiempo de cinta). Como este hay varios, pero no podría enlistar todos porque, con lo poco memorables que son, ya olvidé la mayoría.

Entonces, ¿es una buena película o no? La realidad es que eso no importan porque al menos es una película que vale la pena verse… e intentar salvar tan deprimente taquilla.

Puede parecer bastante atípico también para este blog hablar de una película de manera tan superficial, ya que normalmente (si has leído más de una entrada) son reseñas que abordan mucho más el fondo que la forma de las películas. Esta excepción se debe al caso que esta película es casi pura forma y tiene un verdadero nivel de excelencia exclusivamente en la forma. ¿Fondo? Claro, tiene un poco, como la crítica social (muy Generación Y) a los gobiernos tiránicos y al uso del miedo y la violencia para control de la población, introduciendo elementos de revolución subversiva bastante anacrónicos como el “grafitti”… pero, la verdad, no es suficiente para que me inspire otras dos o tres cuartillas ni tampoco requiere mucho más desenredo, ya que es un fondo que está muy a la vista, incluso para el observador menos experimentado.

Btw, sorry por el abuso del sarcasmo.


Ficha técnica
King Arthur: Legend of the Sword (2017)
Dir: Guy Ritchie
De: Joby Harold
Warner Bros Pictures