domingo, 14 de diciembre de 2014

Maléfica

Cuando Disney se dio cuenta que los cuentos de hada estaban de moda nuevamente, comenzaron a hacer nuevas versiones de los cuentos clásicos con los que muchos crecimos. Lejos de la discusión al respecto del "daño potencial" a la infancia, lo cierto es que estas historias, por su naturaleza narrativa tan básica, siempre funcionan espectacularmente así que renovarlas siempre es una buena idea, siempre que sepamos cómo hacerlo.

Yo vi Maléfica tres veces... no me pregunten por qué me sometí a semejante tortura, sólo lo hice. Por suerte, cada nueva función me dio oportunidad de analizar diferentes aspectos de la película que, para mi, es esencialmente un fracaso.

Primera función: La producción

La película, para aquellos que se han vuelto seguidores del gasto excesivo en la creación de mundos y ambientes digitales, es una delicia. Los escenarios tienen el balance adecuado entre su dosis de realidad (para que no se vean a lo Alice in Wonderland, con la evidente pantalla verde) y fantasía como para capturar el ojo hambriento por efectos especiales. Además, los colores ayudan a crear una atmósfera ideal para la historia: paisajes con baja saturación de color, con azules y grises predominantes, colores opacos (incluso en las secuencias de colores vivos). Esta colorimetría ayuda a crear la atmósfera de fría crueldad que viven los personajes, así como ilustrar el ambiente de ingenia inocencia que tiene Aurora (quién es la única que tiene secuencias a todo color y con ambientes brillantes).

En fin, en esencia, Maléfica pasa el check in de lo visual y se asegura el premio de consolación de toda crítica, el cuál se expresa siempre con la frase: "pues, visualmente está padrísima".

Sin embargo, todos sabemos que existen muchos más elementos que sólo el atractivo visual, así que este no es argumento suficiente para celebrar la película.

La música es un gran logro, por cierto. Hay secuencias enteras que puedes cerrar los ojos y disfrutar la instrumentación orquestal de fondo y eso es en sí misma una experiencia edificante. La música es del compositor James Newton Howard (quien seguramente debe estar de moda por su trabajo musicalizando Los Juegos del Hambre). Debo decir, el score es brillante y yo usualmente limito mis suspiros musicales para Alan Menken y Danny Elfman, sin embargo, creo que aquí la música de Howard juega un papel casi indispensable para crear la atmósfera de tensión que la historia no lograría por sí sola.

Digo, ya que andamos por eso de la música... ¿Lana Del Rey? A ver, vamos paso a paso... debo decir que, si bien su versión de "Once Upon a Dream" es cáncer para los oídos, dentro del todo que conforma la cinta: funciona. Es una versión que se acopla perfectamente a la intención narrativa que se tiene sobre la historia e incluso a nivel estético, debo decir que su arreglo de la pieza sería el equivalente auditivo a la gama cromática que vemos en la película, así que... en este caso pasa.

Segunda función: El texto

¡Aquí todo se viene abajo!

El mundo sin duda aprecia la variedad y sí, sinceramente el repetir indiscriminadamente lo mismo una y otra vez cansa... aún así, hacer versiones alternas de textos ya tan asentados en la mente del mundo requiere andarse de puntitas y aquí los guionistas caminaron descalzos sobre un campo minado... sin sobrevivientes.

En definitiva, la historia no es mala... es PÉSIMA, no como premisa, esa es buena, sino como textos alterno de una historia ya contada. Me explico:

Maléfica es el intento de narrativa alterna a "La Bella Durmiente", contada desde la perspectiva del villano a quién se quiere reivindicar a través de la cinta; algo que Gregory Maguire hace muy bien.

El problema de tomar una narración primordial es que necesitas tener una habilidad dramática tan grande que puedas rellenar y entretejer tu narrativa en los huecos que tiene la versión original. Aquí, los guionistas decidieron tomar el cuento original, pasarlo por la trituradora de papel y profanar la historia con sus sórdidos argumentos.

El primero error está en: querer forzar al villano a ser el héroe. Posiblemente no existen arquetipos más contrarios que el héroe y el villano, es la imagen más básica del bien y el mar, del blanco y negro. Por eso, hay que entender que un villano NUNCA será un héroe y un HÉROE nunca será un villano. Esto no significa que no puedan crearse matices y acercarse a la zona intermedia que representa la "realidad" (ya que el concepto de lo negro y lo blanco es algo muy antinatural). Aún así, cuando tomamos íconos literarios, tenemos que entender que el proceso no se da por alquimia sacada de la manga y que el carbón no se hace oro sólo porque así lo deseamos.

En un texto así, al villano no hay que redimirlo, hay que martirizarlo. Posiblemente el mejor ejemplo de este fenómeno sea Wicked, un texto que está muy de moda y que seguramente tuvo algo que ver con la nueva moda de "narrativas alternas". El éxito literario de Wicked radica en la forma en la que se juega con los arquetipos del bien y del mal. Aquí, la villana (La Bruja Mala del Este) no deja de ser villana, al final, las historias encuentran una forma correcta de entrelazarse y terminamos teniendo dos versiones de los mismos hechos. Wicked logra generar una empatía fuerte entre el personaje de Elphaba y la audiencia, al grado que la audiencia cambia su discurso primordial y le otorga matices: reconocen a Elpahaba como la bruja mala del este y aceptan las acciones que ella lleva a cabo en contra de la contraparta (Dorothy), sin embargo, decide que no existe un bando "bueno" ni un bando "malo", sino que ambas partes tienen sus intereses en conflicto y Elphaba queda, no como villano, sino como mártir, una víctima del mal de alguien más, lo cuál la llevo a causar su propio mal. Esto humaniza al personaje y te hace aceptarlo no como un ser despreciable, sino como un personaje atrapado en cuestiones éticas complejas.

En Maléfica no sucede así, desde un inicio intentan forzarte la idea de que ella no es, ni será la mala del cuento. El texto intenta justificar sus "acciones malvadas" a través del despecho, del error y del coraje que, si bien así funciona en esencia, aquí no es nada natural. Esta es una cinta que quiere convertir a la villana en la princesa y dejar a todos los demás personajes en malos términos. Esto causa que la historia sufra, sea difícil de creer y que los mismos actores tengan conflictos para interpretar una motivación que el mismo personaje no se la cree.

Peor aún, es tanto el esfuerzo por crearle complejidad a Maléfica que el guión olvida por completo a los demás personajes. La cinta es prácticamente un soliloquio de un personaje complejo hasta la artificialidad, rodeado de puros personajes clichés unidimensionales que no responden a más profundidad que: "las tontas", "la bonita y buena", "el guapo distraído" y "el malo porque sí". Esto tira todo el peso dramático en un personaje que, sin lugar a dudas, no puede cargar con semejante responsabilidad y es lo que lleva la historia a pique.

Finalmente, si tienen dudas al respecto de mi punto de vista, pregúntense a ustedes mismos lo creíble y orgánico que les suena un personaje que los quieren obligar a ver como "el bueno" y que, casualmente, se llama "maléfica"...

Tercera función: las actuaciones

Yo nunca he sido fan de Angelina Jolie ni he creído en sus habilidades histriónicas. Dicho esto, debo admitir que en Maléfica me sorprendió bastante. Tuvo la capacidad de tomar un personaje mal hecho y darle cierta verdad en su desarrollo emocional y existencial. Además, dotó a Maléfica de cierta elegancia y gracia que hubiera sido difícil ver con alguien más. En esencia, hizo su mejor esfuerzo con un personaje con una motivación alienante y eso es digno de reconocimiento porque si el mismo personaje no sabe quién es, lograr interpretarlo es un reto demasiado grande.

Prácticamente, Jolie es la única actuación valiosa en la cinta, al menos considerando personajes principales. Aurora y Philipe pasan más que desapercibidos y no son memorables ni por asomo. Las hadas, bueno, sinceramente verlas es una tortura con una actuación tan ridícula que bien pudieron haber puesto al elenco de "Hangover" y el resultado hubiera sido igual de vacío y barato.

Sin duda el Rey Stefan es lo peor en cuestión dramática. No sé si su personaje es muy plano o muy forzado, si es muy complejo o muy simple. Sin duda, creo que el director se lavó las manos con él y seguramente su única indicación para Sharlto Copley fue "be bad, just bad, however you can".

Aunque sí hubo una inesperada contribución a una cinta llena de personajes destinados al olvido y fue Diaval, el cuervo lacayo de Maléfica. En su extraña combinación de figura paterna/hombre sabio/interés amoroso encontró una forma de resaltar entre un mar de papeles tapiz y contribuir con algo valioso y atractivo.

En resumen: la película es un fracaso, un fracaso atractivo envuelto en papel brillante y lentejuelas, pero vacío por dentro. No es una película que recomendaría y con tres veces que la vi en la vida creo que es suficiente y excesivo. Sin duda Maléfica se une a la lista de remakes fracasados de cuentos de hada, a lado de Alice in Wonderland de Burton, Blancanieves y el Cazador de Sanders y Oz el Poderoso de Raimi.

Sólo nos queda esperar que los productos posteriores no cometan los mismos errores, especialmente con la promesa de Cenicienta acercándose cada vez más a su estreno, sino para simplemente mirar hacia el otro lado cuando se buscan productos clásicos en versiones modernas.



Ficha técnica:
Maleficent (2014)
Dir: Robert Stromberg
Prod. Joe Roth
De: Linda Woolverton

Walt Disney Pictures

lunes, 8 de diciembre de 2014

Big Hero 6

El más reciente trabajo animado de los estudios Walt Disney. Big Hero 6 ha causado tal sensación que no queda más que reconocer lo fructífera que ha sido la “alianza” (para no ofender sensibilidades con la palabra “compra”) de Marvel por parte de Disney. Por supuesto, es notoria la influencia de la compañía madre sobre la nueva adquisición, especialmente en la maestría narrativa que incluye tanto emoción, suspenso y sentimentalismo… el más puro estilo Disney.


Normalmente le daría un espacio del texto al comic homónimo que inspiró la película, pero no creo que valga la pena en este caso. Razones hay muchas, pero la principal es: son muchas más las diferencias que las similitudes, al grado que son prácticamente productos independientes.


Lo primero, más importante y seguramente más llamativo es la animación. Al principio (durante probablemente los primeros 3 minutos de la cinta) dudé si la animación era la mejor plataforma para el producto, especialmente a sabiendas que es, en su esencia más profunda, un producto Marvel (aunque en realidad no, ¿alguien más notó que no había cortinilla Marvel?) Sin embargo, cualquiera que se haya sentado a ver Big Hero 6 en la pantalla sabe que no existe mejor forma para ese fondo que la animación. Superada, al menos en una percepción personal, únicamente por Lego The Movie, esta película es una delicia animada que seguramente estará presente en los Óscares de animación. Los personajes recuerdan un poco al diseño básico de Los Increíbles con toques ligeros de Enredados (personalmente, pienso que Honey Lemon es una descendiente futurista de Rampuntzel porque son muy iguales) y generan incluso la misma emoción con poco menos dinamismo que Los Increíbles. En una competencia frente a frente, yo me inclino por la animación de Lego, por su complejidad, pero seguramente el factor corazón inclina mucho la balanza hacia Big Hero 6.


Las secuencias de acción de los microbots son muy orgánicas, más de lo que me hubiera esperado, especialmente pensando en la esencia de lo que es un microbot. Pero, sin duda alguna la joya de la corona en la animación de Big Hero 6 es el robot Baymax. En serio, este es el segundo robot más adorable que hemos visto en la última década (superado sólo por la ternura y humanidad de Wall-E) y seguramente se va a volver un fenómeno viral pop en menos tiempo que lo que yo tarde en terminar de escribir esta frase (considerando también que ser un fenómeno viral en estos tiempos modernos es cada vez menos difícil). El diseño del personaje no podría ser más acertado, especialmente considerando el mercado potencial de Big Hero 6. Lo tiene todo: el carisma “frío” del robot, la delicada calidez humana que clama no poseer y el punto justo de comedia… Realmente es un personaje irresistible y sin duda, a pesar de todos los aciertos que pueda tener la película, Baymax es lo mejor que tiene para ofrecer.


Aún así, si en algo sobresale especialmente esta película (dejando de lado un poco la calidad de la animación) es en el diseño redondo pulido de sus personajes. Si bien hay personajes que tienen poca curva de desarrollo dentro del film, sus calidades de arquetipo están bien trabajadas y aquellos personajes (como Hiro) que sí tienen una curva compleja, están manejados de una forma muy humana, lo cual ayuda a fomentar un vínculo de empatía entre el personaje y la audiencia que además, pensando en el perfil sociocultural de los personajes, no es tan sencillo.


Entre las cosas malas que tiene la película (porque contrario a lo que he escuchado: no, no es perfecta) está su argumento de exposición. El guión en general es muy bueno, dentro de los parámetros Disney regulares, pero la construcción dramática de la exposición es extraña, yo diría torpe y los diálogos forzados en demasía. En lo personal, soy enemigo de que el texto le de información masticada a la audiencia, como si fueran bebés que no pudieran soportar más que la papilla. ¿A qué me refiero con esto? Hay diálogos que colocados en el personaje suenan muy poco orgánicos, por ejemplo: “Ellos [los padres de Hiro] ya no están, recuerda que murieron cuando tenía 3 años”. Me cuesta visualizar un niño de la edad de Hiro usando esas exactas palabras, me cuesta empatar la calidad de discurso que usa en toda la película con esas exactas palabras y creo que si no tiene ninguna utilidad dramática el ser tan exagerados con la exactitud (3 años), no es necesario darle esa información a la audiencia. Otro ejemplo: “Te graduaste de la preparatoria a los 13 años para dedicarte a las peleas de robot”… una exposición innecesaria, no sólo por los mismos conflictos que encuentro en el otro ejemplo, sino porque además estamos viendo esa información en acciones y la regla dramática más básica es: si los personajes lo demuestran con acciones, decirlo está de más, especialmente cuando puedes expresarlo de una manera más natural: “ellos se fueron y no los conocí” en lugar de la autómata “murieron cuando yo tenía 3 años”.


Regresando a mi expresión "buena en parámetros Disney" me refiero a que tiene una evolución narrativa empática y sin duda engancha a la audiencia... Pero, como la mayoría de los productos en su tipo, es predecible.


Otro gran desatino de la película a mi gusto es la banda sonora. La música original (del compositor Henry Jackman) es buena, las piezas orquestales ayudan a llevar la correcta evolución emocional de la historia. Pero sin duda no es su mejor trabajo (pensemos en Kick-Ass por ejemplo), es un algo muy justo: lo suficiente, nada sorprendente, pero bien al final del día. El verdadero gran problema con la banda sonora es la elección de canciones. Fall Out Boy… hmmm… me causa conflicto, no es una mala opción pero Immortals no me causa una gran aportación al todo del producto (¿alguien recuerda esa canción?) y Eye of The Tiger… rayando en lo más cliché, es un chiste tan viejo que ya no produce comedia ingeniosa y, sinceramente, es tan predecible que se vuelve soso, aburrido y una salida muy fácil.


Sin embargo, debo reconocer que la película es una experiencia maravillosa, especialmente cuando la compartes con gente especial. Si bien tiene sus altos y sus bajos, es una película que sin duda recomendaría con gusto y que merece más de un bote de palomitas jumbo.


Ficha técnica:

Big Hero 6 (2014)

Dir. Don Hall / Chris Williams

De RobertBaird , Dan Gerson y Jordan Roberts (screenplay)

Walt Disney Animation Studios


lunes, 1 de diciembre de 2014

Stardust

Otra novela de Neil Gaiman convertida en película... O más bien, que inspiró una película. Es muy complicado hacer la comparación entre la novela y la película pues su contenido es bastante diferente.

En lo personal, no creo que esto sea algo malo. Por supuesto, siempre que uno lee un libro que le interesa y sabe que va a existir una versión cinematográfica, las exigencias y expectativas son muy altas. Como consecuencia, cuando suceden cosas como esta, el grupo de seguidores del libro suele salir a defensa de la obra original, despreciando el producto derivado. Algunas veces tienen razón, pero no creo en que ese extremismo sea adecuado cuando se habla de formas de arte muy diferentes, con diferentes medios, diferentes mercados y diferentes mentes creativas. Personalmente prefiero una buena reinterpretación de un libro que una mala adaptación, porque además me ofrece la ventaja del elemento "sorpresa".

Para mí, Stardust es de estos casos. Si bien la novela de Gaiman tiene una narrativa ágil, debo decir que es mucho más emocionante la progresión de eventos en la película. Para ser justos, hay que reconocer que la versión de cine tiene la ventaja de poder integrar más elementos (musicales, de arte, digitales) que el libro no puede; sin embargo, pensando en un desarrollo dramático, Stardust cine te mantiene más aferrado a tu asiento que Stardust letras.

Algo que me encantó del film es la actuación de Michelle Pfeiffer como la Reina Bruja. ¡Qué villana tan deliciosa! Parte del éxito de la película para construir a un clímax es la aportación histriónica de Pfeiffer a la cinta. Ella aporta una profundidad a su personaje que aporta el ambiente ideal para el drama, el horror y la comedia. Además, con el cambio en la identidad del personaje, se le da más peso e importancia, volviéndola también la líder de las Lilim y eso le da la oportunidad de crear una villana memorable.

También, quisiera hablar un poco entorno al personaje del Capitán Shakespeare. Sin duda debió haber sido la más grande sorpresa para todos los lectores de la novela. El maravilloso personaje de Robert De Niro no existe en la creación de Gaiman y aunque es un detalle de gusto dudoso, aportó maravillosamente a la película.

El Capitán del barco en el que terminan Tristran e Yvaine en la novela es una imagen más clásica de un marinero que, si bien de buen corazón y buenos modales, hace las veces de amigo y protector de los protagonistas. El Capitán Shakespeare, sin embargo, va un poco más allá. En la versión de cine hace las veces de maestro y mentor, es sin duda el hombre sabio que les da las claves a los protagonistas para poder completar su misión y adopta ciertas características paternales que lo vuelven un personaje redondo y con múltiples dimensiones. De Niro, como era de esperarse, interpreta al Capitán de una forma espectacular y sobria, ya que si bien es un personaje con tintes cómicos, pudo haberse convertido fácilmente en un personaje caricaturesco y sobreactuado.

En la novela, Gaiman habla como Tristran recuerda sus días en el barco como de los más felices de su vida. A nosotros nos pasa lo mismo. Toda la sección del film que se desarrolla en el barco del Capitán Shakespeare es sin duda lo más maravilloso que tiene la cinta, en cuestión de producción y como argumento narrativo. Esta parte es como un paréntesis, casi como un sueño que pone en pausa la problemática central de la historia. Tal vez por eso son los días más felices de Tristran, porque sin duda es un periodo libre de preocupaciones y lleno de tranquilidad, que se simboliza perfectamente con un barco flotante que navega entre las nubes.

La película vale realmente por su elección acertada de elenco y su reinterpretación acertada del texto de Gaiman, lo demás es bastante promedio. Lo que sí no me convence del todo es la sutil progresión de la historia de crecimiento personal (Boy becomes Man) de Tristran a volverse un romance "inesperado" (Boy meets Girl). Sí, toda historia necesita de esos toques de romance, pero volverlo el centro del argumento tal vez no fue lo más acertado. La otra cosa que no me dejó completamente satisfecho fue el final, que de cierta forma es parte de lo mismo. Si no fueran bastantes cursilerías en el último cuarto de la película, el final se lleva el premio. Es muy bonito sin duda que se amen por siempre y regresen juntos al cielo con la vela de Babilonia... Pero creo que el final de Gaiman es más poético, dándoles a ambos una vida de amor juntos y a Yvaine una vida eterna de soberana de Faerie (Stormhold es sólo uno de los reinos), una vez que Tristran pasa a mejor vida.



Ficha técnica:

Stardust (2007)
Dir: Matthew Vaughn
De: Vaughn y Jane Goldman (screenplay) / Neil Gaiman (novela)
Marv Films

martes, 11 de noviembre de 2014

El Joven Manos de Tijera

Aunque aún falta un mes, el espíritu navideño ya comienza a sentirse, pues las fiestas no están muy lejanas. Por eso, decidí elegir una de mis películas navideñas favoritas… bueno, si digo “navideñas” me refiero en parte al tiempo en que está contada la historia y a las películas que a mí me gusta ver en Navidad.

Una de ellas es “El Joven Manos de Tijera”, ¿qué más puede pedir un BurtonHead para Navidad? A mí, esta película me despierta bastante nostalgia de tiempos más sencillos y, como la mayoría de los fans de Burton, me habla mucho ya que me identifico bastante con el tema central.


El Joven Manos de Tijera es de las grandes obras maestras de Burton y de las cintas live action realmente buenas que tiene en su filmografía (para ser fan hay que reconocer que a veces las cosas nomás no son buenas…) y una de las cosas que la hace realmente maravillosa es la historia sweet and sour que nos presenta.

Hay algo maravilloso en el relato de la historia de Edward que es tierno y oscuro a la vez; que presenta una perspectiva cruel de la vida a través de un cristal inocente. La historia habla de Edward, una especie de criatura a lo Frankestein cuya “única” falla es la ausencia de manos, en su lugar, Edward posee tijeras. Con la muerte de su creador y padre, Edward se vio obligado a vivir solo en el interior del castillo de su creador, convenientemente localizado en las afueras de un suburbio pintoresco. Cuando una mujer de casa, vendedora ambulante de maquillaje, encuentra a Edward, lo aloja en su casa e intenta incluirlo a una sociedad que rápidamente lo separará y lo rechazará por ser diferente.


El tema central de la historia es el choque entre lo cotidiano y lo extravagante. Es una cuestión de status quo que Burton rechaza constantemente en sus obras: el poner a prueba el ambiente “normal” y sus reglas establecidas a través de experiencias y perspectivas de la vida diferentes, que obligan a los personajes con paradigmas muy concretos, enfrentarse a sus propios miedos. En El Hombre Manos de Tijera, Edward no posee mayor diferencia del mundo que su deformidad física. En realidad, el personaje de Edward no actúa como un agente de cambio activo, sino como un detonante de estos cambios. La mente de Edward es un cascaron vacío que comienza a llenarse al llegar a este nuevo mundo: absorbe experiencias, reglas comunes, complejos de moralidad y creencias populares. Edward es realmente un niño pequeño en crecimiento y aprendizaje, que cuenta con la desventura de estar en el cuerpo de un adulto extraño con manos mutiladas.


Quién realmente actúa como un agente de cambio es Peg Boggs (Dianne Wiest) quién acepta como natural a Edward y su forma diferente de existir. Peg termina contagiando el espíritu de cambio a su familia, quienes aprenden a romper sus propios paradigmas y descubrir en Edward un compañero y un amigo.

Burton critica principalmente la hipocresía social del ambiente suburbano, el cuál es un sistema de apariencias y reglas sociales que “facilitan” la convivencia a través de una filosofía de la uniformidad: pensar, verse y actuar todos iguales, para evitar los conflictos. Por supuesto, Burton no es el único que ataca este tema, de hecho, el cliché del entorno de suburbios como la máxima representación de la hipocresía social ha sido desgastado infinidad de veces con productos como: The Stepford’s wives, Suburgatory, Desperate Housewives, etc. En este entorno, Burton pretende satirizar un molde de estética y conducta en el nivel más superfluo de las apariencias: vemos una calle con pequeñas casas iguales, construidas en masa y con la única diferencia de los detalles menores como el color. La sátira se extiende al presentar los personajes; la mayoría mujeres solas o con un marido casi inexistente, cuya diversión es la calumnia y el chisme y quienes esconden detrás de sus cortinas, un estilo de vida que pretenden reprochar por fuera.

El enfrentamiento entre el mundo ordinario y aquello que es extravagante, desata la serie de eventos que terminan por volverse violentos. Al principio, la novedad de Edward es una experiencia nueva: el joven se vuelve un souvenir exótico que resalta en la planicie monocromática de los suburbios. En este punto, Edward representa la experiencia breve de lo nuevo y pasajero: unos vecinos que adquirieron algo extravagante y que todos dicen aprobar cuando lo envidian por lo bajo. Después, cuando Edward demuestra un talento extraordinario que es bastante explotable, entonces deja de ser la novedad, para convertirse en un beneficio. La mecánica humana tiene ciertos rasgos antropológicos de canibalismo, nos guste verlos o no. Aquí, Edward es un objeto útil que debe estar al servicio de la sociedad imperante, como recompensa por haberlo acogido dentro de su “normalidad” y, como la mayoría de los objetos humanos, se convierte pronto en un objeto de deseo y cuando el deseo está de por medio, aparece también la codicia. La tercera etapa de la historia es Edward como amenaza: por una parte, una desventaja que posibilita a unos pocos tener algo que rompe con la ideología “igualitaria” (que es realmente conformista) de la sociedad estable y, por otra parte, como un agente externo que amenaza las costumbres y nos enfrenta al cambio.

En esencia y con poca profundidad de discusión (o nos estaríamos aquí horas), Burton critica el rechazo a lo diferente, infundado en el miedo de enfrentarse a sí mismo y descubrir que nuestras verdades tal vez no son absolutas. Burton además enfatiza una perspectiva personal sobre este rechazo. Edward es un símil de sí mismo, viviendo en un mundo de colores y reglas como una persona que piensa en cambios y tonos de grises. Tal vez sea por eso que la historia de Edward tiene este toque de inocencia y dulzura dentro de un relato tan crudo: es el Burton joven contándonos su experiencia de vida, intentando advertirnos de los horrores de la normalidad, especialmente cuando se aspira a ser al menos un poco especial.

Para mí, El Joven Manos de Tijera es una de las obras más grandes de Burton y ciertamente uno de los highlights de su época clásica. La construcción cinematográfica de la cinta es espectacular: desde escenarios hasta vestuarios, desde diseño de color hasta el desarrollo de las secuencias; este es sin duda un film que es poesía y pintura hechas celuloide.


El Joven Manos de Tijera, además, tiene para mí una característica muy importante que aprecio enormemente en algunas películas en su tipo: no es una película que en apariencia apuntale a un mercado infantil. No tengo nada en contra de las películas infantiles, de hecho me encantan, pero sí estoy en contra de cuando las películas se venden como un producto infantil cuando el discurso claramente indica lo contrario (por ejemplo El Extraño Mundo de Jack).

En El Joven Manos de Tijera se tocan pequeños subtemas específicos que revelan instintos humanos bajos y que la perfección suburbana siempre intenta recluir. Para mí uno de los momentos más simbólicos de la cinta es cuando Edward se convierte en un objeto sexual.

Con la combinación ideal de inocencia e inexperiencia, Edward y su condición de exótico dan una vuelta de 180 grados del deseo con minúscula al Deseo con mayúscula. ¿Quién podría resistirse al encanto de la inocencia, de una mente que es terreno virgen que nosotros podemos conquistar? ¿Por qué dejar pasar la oportunidad de tener lo que todos desean que ser, además, una mezcla perfecta entre la inocencia y la rebeldía? Aquí se juega el rol de lo diferente como seductor, el misterio y encanto del miedo: es experimentar la pasión del odio, el dolor y rechazo para convertirlo en un placer carnal de sangre y metal. Sin embargo, el detalle realmente memorable de este subdiscurso es cuando Edward y Peg se ven envueltos en esta misma dinámica: por supuesto, el signo no cambia y la secuencia del corte de pelo de Peg se vuelve un momento edípico de gran ternura. Este puede ser el momento de la expresión máxima de la relación maternal que forman Edwards y Peg en la cinta: vemos una secuencia que no desborda una pasión desmedida de puro deseo sanguíneo, como se hace con las otras mujeres, sino que es una dinámica tierna en que él limpia y prepara el lugar para ella, la escolta al momento clímax y la toma de una manera filial, mientras vemos a Peg con una expresión de completa felicidad que no proviene del deseo, sino de la paz emocional. En términos tal vez poco ortodoxos y algo Freudianos: es el momento en que se consolida su relación de “madre e hijo” en que Peg lo adopta como tal, dando a luz a Edward quien, en lugar de salir de ella, entra para quedarse bajo su más íntima protección.


Por supuesto, nada de esto es tan sexualmente explícito como suena en el análisis. Esta es una analogía que indica el símbolo primario del discurso visual… osea, no hay problema con que sus hijos la vean (de hecho, les hará mucho bien).

Para no alargarme más, aquí concluyo. Mi última idea es que la recomendación de esta película es muy amplia y la experiencia de verla es algo sublime.

 

Ficha técnica:

Edward Scissorhands (1990)

Dir: Tim Burton

Guión: Caroline Thompson / Tim Burton (historia original)

20th Century Fox

lunes, 6 de octubre de 2014

Frozen

Pensando en mis cosas de la semana, me llegó una idea de la nada, como un mensaje divino que me recordaba algo: nunca le dediqué un espacio en el blog a esta película y vaya que debí hacerlo… no sólo por el fenómeno cultural que se volvió, sino porque también fui víctima de su encanto.


Trataré de ser lo más parcial posible y les explicaré brevemente porqué:

• Primeramente: es un musical y como saben, tengo una pasión nada reprimida por ellos.
• Segundamente: es Disney y me considero un chico Disney… bueno, a medias, soy exigente con lo que le pido a Disney, pero es cierto que estoy en muy buenos términos con la compañía.
• Terceramente: canta Idina Menzel, lo cual ya me pone en un gran predicamento personal.

Entonces, juntando estos factores, intentaré no dejarme llevar por la parcialidad en lo más posible y mantener el profesionalismo crítico ante todo pues, si bien la película a mi me encanta, eso no la convierte en un producto perfecto o una nueva joya del mundo del cine. Esto con el propósito de mantener mi seriedad por respeto a ti, lector, y para no convertirme en lo que más odio de estos tiempos modernos: un fan boy partícipe de un fandom enfermo, petulante y caprichoso…


¿Qué es FrozenFrozen es una animación basada (MUY vagamente) en el cuento de Andersen: “La Reina de las Nieves” que, en este caso, deja de lado todo lo que la historia narra y cuenta una emotiva historia sobre dos hermanan cuya principal enseñanza al mundo es el amor fraternal, compartido más allá de los lazos de sangre. ¿Cursi? Sí, bastante, pero no molesto.


Como les dije arriba, Frozen es un musical… pero, la maravilla de esta película es que es REALMENTE un musical. Me explico:


A diferencia de otras películas con canciones (tanto de Disney como de alguna otra productora genérica), Frozenrealmente respeta y sigue la estructura básica del musical moderno, el cuál es la pauta reglamentaria en Broadway. No sólo es la inclusión de canciones llamativas o números aparatosos, sino que realmente tienen una inclusión orgánica, predecible y adecuada en el relato, siempre narrando los eventos importantes y las emociones de los personajes. No es cantar por cantar. Yo sé que hay mucha gente puede opinar lo contrario, de hecho, detrás de mí en el cine cine había una mujer que se quejaba abiertamente (y molestamente) con cada canción… amiga, ¿really? Vas a ver una película animada de Disney con princesas ¿y esperas que no canten? No sé en qué cueva vivas, pero eso es ampliamente un cliché.


En fin, regresando a la música. Si bien la distribución de las canciones sí es, en efecto, un poco pesada (el 80% de las canciones están prácticamente concentradas en la primera parte de la película), la estructura musical es un retorno al Disney clásico y un gran avance de las películas “musicales” más modernas en que el entretenimiento, no la narración, es el argumento decisivo de la musicalización (hablo de ejemplos como “Enredados” y “La Princesa y el Sapo”). La estructura musical funciona tan bien que crea este efecto de cultivo que tienen los musicales: la audiencia se acostumbra a tal grado a las melodías, que empieza a formar una relación emocional-icónica con la música del film. Sin embargo, si hay ciertos desatinos a mi parecer, los cuales enlisto aquí abajo:

• Fixer upper” – aunque la canción de los troles es divertidísima, es un tapón en toda la extensión de la palabra. En teoría es un número que debería ayudar a reducir el drama emocional que tiene la audiencia pero, seamos sinceros, a pesar de que Ana se esté muriendo, no hay suficiente drama como para romper un momento de tensión con 3 minutos de comedia musical. Si se hace una versión escénica, ahí está perfecto, en el cine, es el único momento en que medio perdemos esa cualidad estructural que tiene la película.
• “La voz del villano” – este argumento aplica exclusivamente en la versión mexicana: la voz cantada de Hans es horrible.
• “¿Traducciones, anyone?” – El final de la canción del muñeco, la parte triste que canta la Ana mayor, está tan mal traducida al español que no sólo se pierde el mensaje que tiene ese fragmento, sino que además carece de todo sentido.
• “El reprise faltante” – no quiero adentrarme mucho en esto, pero es algo que he hablado prácticamente con todo el mundo con quien hablo de esta película. Esta es la situación: Axel sentado en el cine, llega el momento clímax cuando Hans está por alcanzar a Elsa en la tormenta y Ana corre a salvarla. Ana se convierte en hielo y Elsa la toma en sus brazos y llora por el daño que le hizo a su hermana. Axel dice: “aquí van a cantar, es obvio”. Pero no lo hacen. Entiendo las razones posibles: tiempo, reacciones del mercado y demás que puedan decirme, pero ahí faltó algo: un reprise de “¿Y si hacemos un muñeco?”, con un arreglo más lento y unos ajustes a la letra. Es una bomba de drama: Elsa a los pies de su hermana convertida en hielo mientras canta la misma canción con la que Ana intentó hacerla salir de su encierro, con la esperanza de que sea suficiente para regresarle a su hermana y deshacer el daño que causó… just thinkabout it: “just let me in, we only have each otheris just you and me… what am I going to do… please, do you wanna build a snowman?”

Claro que, siendo muy rigurosos, si bien la música y la estructura son muy buenas, Frozen realmente tiene un solo gran acierto musical y es “Let it go”. Si alguien cree que el Oscar para Let It Go fue porque “es Disney, sólo eso” les comento que están en un grave error. Esta pieza tiene los dos elementos clave para ser una canción inolvidable: una melodía pegajosa y una letra con tema universal. BobyLópez pudo haber hecho un buen trabajo con toda la película, pero realmente se lució con Let It Go, al grado que basta abrir YouTube unos 5 minutos y ver el impacto cultural que sigue dejando la pieza… quisiera ver que la canción de Bono hiciera eso. Es simple: ya sea con un adolescente que está formando su identidad, un niño que está aprendiendo a vivir, un adulto que se siente limitado por sus obligaciones sociales o un grupo social que ya no quiere vivir en discriminación, Let It Go es más grande que Elsa, que Frozen o que una canción, es un discurso que le habla directo al corazón.


Dejando la música de lado, quisiera hablar un poco de la historia. Últimamente me estaba decepcionando un poco de las capacidades discursivas de Disney: todo comenzó con La Princesa y el Sapo. Para mí siempre representó el esfuerzo por comenzar una nueva era. El problema con el discurso gastado de las princesas eran las implicaciones “negativas” que traía a una sociedad que se quiere creer muy feminista: eso de esperar por el príncipe, sin capacidad de decisión y sucumbir ante los deseos de todo el mundo no era una imagen que la gente quería para la mujer moderna.


Entonces, llegó Tiana, quién no sólo rompía la imagen racial clásica de la princesa (caucásica, casi siempre rubia o de plano exótica), era una orgullosa mujer norteamericana y de color que, además, introducía algo que haría a Cenicienta saltar de su calabaza: la idea de que una mujer se vale por sí misma y que tiene la capacidad de luchar duro para alcanzar sus sueños. Excelente, en esencia, pero no en la práctica. La historia no terminó de cuajar para concretar ese mensaje y al final Tiana obtiene lo que quiere a expensas de su matrimonio con el príncipe. Después llegó Valiente (Enredados para mí fue un paso hacia atrás) y se reforzó esta idea de la mujer independiente y libre. Sin embargo, el discurso quedó ahogado en el drama familiar (que es algo maravilloso), el cuál le dio más peso al amor maternal que a la liberación femenina. Entonces llegó Frozen, con una serie de nuevos elementos: la ausencia del príncipe encantador, la traición masculina, el heroísmo y la determinación femenina y el amor fraternal entre hermanas. Frozen, para mí, sí presenta un discurso feminista con los matices adecuados, no extremista ni tampoco hegemónico. Esto no la posiciona como una película para niñas, sino como una película que le habla correctamente a las niñas y que les enseña a buscar la felicidad a su manera, en un mundo que sigue dominado por el hombre, a encontrar en las otras mujeres, aliadas en lugar de enemigas y a que existen más tipos de amor verdadero en el mundo que el que te puede dar una pareja (aunque, siendo justos, este es un mensaje valioso para todo el mundo). Así como existen niñas que sueñan con ser ingenieras, abogadas, amas de casa o estar en la política, hay niñas que aspiran a ser princesas y yo, en lo personal, no le veo nada de malo a eso, siempre que aspiren a ser princesas como Ana y no como Blancanieves (esa moscamuerta…)


A pesar de todo, Frozen se ganó mi corazón no por la música, no por Idina, ni tampoco por Olaf (aunque es imposible no amar a Olaf). Frozen se ganó mi corazón cuando vi a un par de niñas en lados opuestos de una puerta, ambas pidiendo amor y compañía a su manera. Cuando vi a una joven renunciar al amor verdadero para correr a salvar la vida de su hermana. Cuando vi a una mujer llorar a los pies de una estatua de hielo, porque pensaba que había perdido lo único que le quedaba en la vida. Sí, Frozen se llevó mi corazón no porque tocara mis fibras musicales o soñadoras, sino porque tocó las de hermano mayor. Cualquiera que tiene un hermano y ha llegado a sentir al menos una vez la fuerza que tienen los lazos de sangre puede identificarse con esta película. ¿Cuántas veces te separa una puerta invisible de alguien con quien compartes ADN? ¿Cuántas veces pones tus intereses a expensas de su bienestar? ¿Cuántas veces lloras ante un cajón pensando en lo que pudiste hacer diferente? Ese es el mensaje que creo que necesita un mundo que “sufre por amor”. En la era de los “forever alone” y de los Ted Mosby cuyo único valor en la vida está en encontrar al amor verdadero, alguien tiene que hacerte girar la cabezade vez en cuando y enseñarte que nadie está solo cuando tienes a quién te ate la sangre, pues esos lazos, si bien invisibles y a veces distantes, son irrompibles.



Frozen (2013)

DirJenniferLee

Prod: Peter Del Vecho

De: Chris Buck, Jennifer Lee y Shane Morris

Walt Disney Studios.

jueves, 2 de octubre de 2014

Coraline

Una película de Henri Selick (sigo resentido por aquella persona que me llevó a verla bajo la pretensión falsa de ser una de Burton). Coraline es la adaptación de la novela homónima de Neil Gaiman, una pieza de fantasía oscura de la escuela de Lewis Carroll.

Coraline relata la historia imposible de una niña que atraviesa a un mundo nuevo y fantástico, como forma de escape de la indiferencia paterna y que pronto encontrará que las maravillas del otro lado de la puerta no son lo que aparentan.

Siendo un fan bastante fiel de “Alicia en el país de las maravillas” y “Alicia a través del espejo”, debo decir que encontré Coraline, en su momento, fascinante y extrañamente cautivadora. Sin embargo, conforme uno explora más la película (y la novela, aunque este no sea un espacio literario, per se) va descubriendo capas interiores en el discurso heroico que no son tan claras en los trabajos de Carroll. No es secreto para quién me conozca (o para quién lea unas cuantas entradas del blog) que tengo una predilección por la fantasía macabra y Coraline tiene un elemento indefinible que la hace vigente, eterna y a la vez frágil.

Lo cautivador de Coraline es, antes que nada, la esencia básica de la narración. Es una historia que aborda la fantasía como una forma de escape infantil a la insatisfacción temprana del mundo real. La película deja ver toques de crítica a una sociedad estática, inerte y, a la vez, absurda que construyen los adultos en su vida cotidiana y la forma en que este vórtice absorbe y limita las mentes inquietas que piensan en technicolor, mientras ven un mundo en sombras de gris. Sin embargo, el toque de horror macabro marca una pauta nueva y emocionante, cuando la historia gira en el sentido opuesto y nos presenta un discurso del poder seductivo oscuro de las fantasías y la adicción destructiva al imaginario sobre lo empírico (procuro no utilizar la palabra “real” nunca, es un término bastante absurdo).

Esto nos lleva de lleno a centrar la discusión narrativa casi exclusivamente en la evolución dimensional del personaje a través del fenómeno Freudiano de lo “uncanny”: aquello que es a la vez familiar y alienante. El andar de Coraline a través de su (horrible) aventura está marca por la presencia constante de una disonancia cognitiva entre lo que ella cree “real pero incorrecto” y lo que percibe “correcto pero irreal”, detonado con su encuentro con La Otra Madre (no con el mundo fantástico) y que tiene su punto de quiebre con la propuesta de los botones. A partir de este punto, la disonancia desaparece y llega lo que Freud llamaría “el rechazo”: Coraline decide alejarse de esa fantasía, rechazándola por completo, pues es más sencillo para ella rechazarlo (sin importar lo fantástico) a tratar de racionalizar algo que no se encuentra en sus capacidades de entendimiento. Por eso, Coraline es una historia del “yo héroe” que francamente no necesita más y con la que todos los que hemos sido seducidos por la comodidad engañosa de la fantasía nos podemos relacionar.

A mi parecer, uno de los grandes logros del film es la ejecución estética de este (la primera secuencia es gloria). ¡Rayos! Qué belleza plástica se logró con Coraline. Es excepcionalmente notable el contraste entre la saturación de los tonos de la paleta general de la cinta. En este tipo de cintas (algo muy explotado por Burton especialmente) las tonalidades de color se explotan en tonos analógicos y complementarios: el gris, marrón, negro para ciertas circunstancias que choca y desafía al multicolor brillante o pastel del mundo en pugna (véase El Joven Manos de Tijera… debería hacer una entrada de eso… en fin…). En el caso de Coraline es un efecto más sofisticado y, debo decirlo, mucho más arriesgado: la lucha de saturación, no de tonalidad. El mundo entero sobre el que está construida la historia de Coraline está formado de colores, ciertamente hay situaciones o locaciones con más colores que otras, pero es un mundo de colores a final del día. A lo que se expone la audiencia en este caso es, realmente, a la intencionalidad de la saturación que se presenta de la siguiente manera: a mayor color, mayor locura. La película comienza con un ambiente de baja saturación y una Coraline cargada de pigmentos (el establecimiento de las fuerzas opuestas), pero conforme avanza la cinta, los colores son cada vez más fuertes y brillantes, llevando a la audiencia por la misma senda de locura que atraviesa la pobre Coraline. El color es un signo de lo “uncanny” y la saturación va en aumento hasta el grado de la locura máxima, del enfrentamiento visual que empalaga al espectador para topar de golpe con el mundo ordinario en su nuevo orden y regresar, finalmente, a la saturación baja.
Quisiera además dedicar un espacio pequeño (seré breve lo prometo… dentro de mis capacidades) a comparar activamente la película de Coraline con Stardust. Ambas historias son del mismo autor (algo que me impresiona que sea sorpresa de muchos) y abordan la premisa básica del héroe que, inconforme con su estatus quo, decide cruzar el umbral a un mundo fantástico que no lo recibe cálidamente. En lo que quisiera centrarme en la discusión es en las alteraciones que sufre el discurso bajo el crisol de la premisa del género: si el protagonista es una mujer o un hombre.

Mientras la historia de la chica (Coraline) habla al público amplio, la historia del chico (Tristán) habla a la construcción de la masculinidad (no en las capas superficiales, claro, pero en cierto nivel abstracto). ¿A qué me refiero con esto? Lo pondré más simple: Stardust es el rito de paso masculino de ser niño a volverse hombre; Coraline es el rito de paso social de ser joven a volverse… hmmm… menos joven (realmente Gaiman no aborda la cuestión de la adultez temprana). Este fenómeno es común cuando se tratan estas diferencias de género: la heroína es usada para dar un mensaje masivo, el héroe tiene, sin dudas, unos ciertos tintes masculinos ocultos en su cosmovisión. ¿La causa? No me atrevería a hacer la descabellada aseveración de decir que en una sociedad falo-hetero centrista, el ritual del niño para volverse hombre tiene un enorme peso psicosocial, pues es el despertar a la madurez, el poder y la responsabilidad mientras que, el paso de la niña a la mujer, es una cuestión más de delicadeza y sexualidad… como dije, no me atrevería a hacer dichas acusaciones, aunque de cierta forma ya lo hice.

En fin, regresando a lo que nos atañe. Coraline es una experiencia visual, narrativa y literaria de diez, especialmente para jóvenes adultos… y aquí quiero hacer el comentario/queja de: ¿por qué la gente cree que todo lo que es animado es para niños? Yo no le pondría Coraline a un niño, especialmente si no tengo ganas o la paciencia para resolver todas las dudas existenciales que les despertaría una historia así.

Ya sabes, si tienes ganas de algo bizarro, ameno y oscuro, Coraline es una opción emocionante que te quitará el aliento, pues un solo balde de Palomitas Jumbo esta vez no es suficiente.

Ficha técnica:
Coraline y la puerta secreta (2009)
Dir: Henry Selick
Prod: Selick y Claire Jennings
Guión: Selick  / Gaiman (novela)
Laika Pandemonium

Y por esta ocasión y porque su trabajo me dejó sin habla:
Cinematografía: Pete Kozachik

martes, 14 de enero de 2014

Los Productores

De regreso a los musicales. Esta vez quise escribir acerca de Los Productores, un film musical basado en el musical del mismo nombre y una de mis más nuevas adquisiciones para mi colección de películas.

Los Productores es una comedia con todas las letras, en la cuál el formato del musical potencializa su capacidad cómica de una manera que Mel Brooks usa como firma personal. Sin duda es un film con muchos momentos valiosos y pocas fallas, y con un elenco que hace de las suyas en pantalla. La premisa es simple: Max Bialystock, productor de Broadway, y su contador, Leo Bloom deciden estafar a Hacienda, creando un show tan malo que cierre en la primera noche y ellos puedan tomar todo el dinero recaudado, sin tener que declararlo fiscalmente. En un giro irónico, su desastre resulta ser todo un hit y ahora deberán responder ante las autoridades. La película es una fórmula clásica para la comedia norteamericana, a la que se le suman también diversos factores de cast y dirección, que la convierten en una bomba.

Nathan Lane interpreta a Max Bialystock, un productor de Broadway sin escrúpulos, con una cuestionable moralidad, quien encuentra siempre formas de conseguir dinero y con una capacidad de persuación excepcional... Una caricatura de todo lo que se espera de un productor de Broadway. Personalmente, siempre he visto a Nathan Lane como un actor excelente y que aporta siempre gran fuerza a sus personajes. Del doblaje (The Lion King) a Broadway (The Addams Family) o el cine (The Bird Cage), creo que Nathan encuentra una forma de hacer sobresalir a sus personajes. Los Productores no son la excepción y Nathan logra salirse con la suya y robarse el show (Betrayed es un número insuperable en el film).

Mathew Broderick es Leo Bloom, el tímido y asustadizo contador de Max, que sueña con convertirse en productor de Broadway. Broderick hace un trabajo excepcional también y logra encontrar el punto exacto dónde la farsa toma forma permisiva para las locuras, sin convertirse en una exageración poco convincente. Broderick le da buena batalla a Nathan por la atenció en la pantalla y ambos crean una dinámica de equipo sin comparación, química que viene construída desde la versión de Broadway, protagonizada por ellos mismos.

Lo maravilloso de este film es su creación de personajes ya que, pese al género, todos los personajes contribuyen en algo. Sentándome a ver la película, número tras número musical, fui cayendo en cuenta que no hay personajes sobrantes y, mejor aún, no hay actuaciones sobrantes, por lo que el trabajo creativo de la directora es, en este caso, admirable.

Los productores tiende, en definitiva, a la espectacularidad. Números musicales muy elaborados con un gran número de elementos visuales, musicales y actorales que no escatiman en sorprender, entretener y divertir. No esperaba menos de una película de tal magnitud, especialmente considerando que en esa década, el cine estuvo muy apegado al musical espectacular con productos como Hairspray (2007), Chicago (2002) o Nine (2009). Además, los productores tiene el plus de presentar muchos elementos que fueron concebidos en la versión de Broadway, acentuándolos con el poder del presupuesto y narrativa de la pantalla grande.

La música de Mel Brooks es ideal para una historia de este tipo y es la médula espinal de la comedia, más allá de los chistes premeditados del texto o la interpretación de los actores, la música es la base para casi toda la comedia del film. Brooks hace un uso acertado de los acentos musicales y es él quien le marca la pauta dinámica a los actores. Para este musical, Brooks utiliza una ligera modernización de ritmos y estructuras que son, en esencia, clásico Broadway: lineas de coro, fondos cabaretescos y acompañamientos extravagantes. Además, algo que sin duda me parece maravilloso, es la intención de mantener esta esencial teatral para la música y no exagerar en la "POPularización" de las canciones, como ocurriría en productos similares como Hairspray.

Si buscas algo que te mantenga todo el tiempo atento y divertido, Los Productores es una opción ideal. Es una gran recomendación para una tarde de películas con amigos o para verla solo y levantarse el estado de ánimo. Nada como una buna carcajada con unas palomitas jumbo.

PD: sí, aquí termina la nota... Nótese la falta de inspiración y de puntos negativos (lo cuál arruina siempre la diversión)



Ficha técnica:
The Producers (2005)
Dir: Susan Stroman
Creadores: Mel Brooks y Thomas Meehan (screenplay)
Universal Pictures