martes, 24 de enero de 2017

La La Land

  • Puede contener Spoilers

Soy un amante de los musicales y ya de entrada sabía que sí o sí terminaría viendo La La Land en el cine en cuanto pisara el suelo de mi ciudad. Sin embargo, así como soy un enamorado del género, soy muy exigente con él y normalmente intento ir sin expectativas para no sufrir decepciones brutales.

Debo decir que La La Land me era algo completamente ajeno y, por lo tanto, tenía cautiva mi curiosidad. Normalmente estamos acostumbrados a ver musicales que pasan del escenario a la pantalla grande y a atravesar por la inevitable comparación entre el oficio teatral y su metamórfosis a la pantalla grande. Pero La La Land prometía una experiencia sin precedentes.

De más está decir, una vez pasados los Golden Globes y las nominaciones de la Academia, que es una película que está hecha para ganarse el corazón de la audiencia y el ojo de los críticos.

Heredera del cine viejo y, mejor aún, de los musicales viejos, La La Land rinde un importante tributo a la época dorada del cine donde los musicales tenían un lugar valorado por su aporte cultural de ofrecer una experiencia artística completa al espectador: danza, música, actuación… el musical fue (y sigue siendo) el pináculo de las artes escénicas en su mayor extensión.

La cinta y su director hacen gala de un amplio conocimiento musical clásico, haciendo guiños muy evidentes a grandes cintas clásicas como An American In Paris, Grease, Singing In The Rain, Sweet Charity y West Side Story, de forma sutil pero sin pasar desapercibidas para el ojo versado en esta época del cine americano. No sólo eso, la influencia de esta época clásica en la cinta no sólo es evidente en el préstamo de cuadros y secuencias específicas, sino que incluso impregna al know how de los realizadores: la cámara parece entender de coreografías y bailar junto con los actores, como si hubiera sido manejada por el mismo Gene Kelly, demostrando que no sólo Rob Marshall sabe como traducir la danza a la dirección.

La La Land es una película que describiría hermosa en más de un sentido. Cuadros bien planificados y un diseño de producción que presume su punto fino. Cada toma, cada movimiento es una pequeña composición artística en sí misma con vibrantes colores y movimientos que adornan una de las estrellas principales del film: la música.

Como el mismo personaje de Sebastian dice: “el jazz está en agonía y debemos salvarlo” y esa es la máxima que le da un raison d’être a cada pieza que compone la cinta. Si bien el argot del jazz es básico y la variedad (tan inmensa en el género) se limita a unos pocos estilos centrales, el soundtrack no deja de ser un leitmotiv gigantesco que conecta cada punto de inflexión del trama, llevando de la mano a la audiencia, sin que esta lo sepa, de emoción en emoción, siguiendo el camino que el mismo texto quiere que sigas.

La La Land tiene casi en su totalidad piezas musicales originales, las cuales denotan, a diferencia de otros musicales escritos directamente para el cine, un verdadero conocimiento de las estructuras de la época clásica y la forma más tradicionalista de hacer el musical: transiciones suaves pero evidentes, despliegues de energía mientras avanza la historia y momentos de conexión con la audiencia, discretos pero seductores.

A pesar de esto, algo que me dejó con un gran sabor de boca es que, pese a toda esta apariencia tradicionalista y clásica en la forma del producto, existe un fondo que también tiene su lado revolucionario. La La Land rescata los modos clásicos, modernizándolos lo suficiente para hacerlos adecuados para una audiencia que, poco a poco, se ha ido alejando del género pero no demasiado que pierda la corazón de su conexión con la nostalgia del pasado.

Tenía mucho tiempo que no veía un musical nuevo tan bien logrado y orquestado desde que Baz Lurman creó Moulin Rouge! (al cuál también hay referencias) y es un gran repunte para revivir y restaurar la posición de honor del género del cine musical, especialmente de intentos apreciables, pero no completamente exitosos como Into The Woods y Les Miserables.

El cast está elegido con un cuidado excepcional, considerando no sólo las habilidades y perfiles actorales que requieren los personajes, sino la demanda musical y visual. Emma Stone crea un personaje memorable y muy humano que logra generar una gran empatía con el espectador. Si voz aterciopelada y aún en formación es una calidad casi moldeada para su personaje de la ingenue que busca abrirse poco a poco espacio en un mundo artístico al que aún parece no poder alcanzar. Ryan Gosling tiene una presencia aún más fuerte que la de ella, convirtiéndose en un personaje del que la audiencia no puede evitar enamorarse, pese a sus rasgos obsesivos y compulsivos. Gosling demuestra un sorprendente dominio vocal para las piezas de jazz y una inesperada tesitura que acompaña idealmente la personalidad de su personaje. Ambos protagonistas logran un desempeño que supera por mucho los requisitos de sus personajes.

Si bien la historia nos muestra un film romántico con estructura muy clásica, es refrescante tener el giro dramático final en que ambos personajes no terminan juntos. Esto, si bien no es del todo predecible, se anuncia constantemente a través de la relación simbólica que posee la historia con las estaciones del año. El que Mia y Sebastian no terminen juntos es, por supuesto, una lástima para el espectador que ha aprendido a amar a la pareja desde que los ve bailar en el universo reflejado del observatorio, pero es una conclusión lógica que genera sabor agridulce que el jazz de la cinta ha estado mostrando desde las primeras secciones. City of Stars es una de esas melodías que se convierten en éxito instantáneo y para aquellos que saben leer adecuadamente entre líneas, es el guiño simbólico que anuncia el final inminente.

De más está decir lo merecidos que son sus premios y nominaciones, ya que La La Land se las ha arreglado para darnos una producción memorable que seguramente atesoraremos durante muchos años. No tengo miedo de decir que se convirtió al instante en mi nueva película favorita ya que logró mezclar de forma perfecta, mi alma clásica con mi nata rebeldía moderna.

Gracias.




Ficha Técnica:

La La Land (27017)
Dir: Damien Chazelle
Música: Justin Hurwitz

Gilbert Films

Summit Entretainment