viernes, 30 de enero de 2015

Birdman

O la Inesperada virtud (con “v” minúscula) de la Ignorancia (con “I” mayúscula). Son de esas películas que simplemente me hacen romper mis propias reglas y escribir acerca de las cosas que odio, en este caso: tendencias (ahorita es lo más mainstreem del momento), Iñárritu (que es el director) y Zack Galifianakis (que aparece en la cinta).

Birdman es un seudo discurso que ataca los convencionalismos sociales del star system en el arte, la necesidad social imaginaria de un sentido falso de trascendencia y la desesperada obsesión por ser relevante en una era en que la información, el entretenimiento y la fama se crean y desaparecen de la nada.

No es secreto que no soy nada fan de Alejandro González Iñárritu, de hecho, nunca he visto algo que me agrade de él. Para mí es uno de esos directores que se envuelven en su propia pretensión y con la ilusión de tener un new cinema que muchos confunden con excelencia y se tragan el cuento… Perdón por el veneno, pero esa es mi opinión al respecto. Esto lo comparto como pauta para que sepan mi punto de partida cuando me senté en la sala a verla. Dicho esto, la película:

Birdman es una tortura de casi dos horas que te parecerán más de cinco. Avanzando a paso caracol, la cinta invierte largas escenas enfocadas a un conflicto existencial (y bastante cliché) con textos que aparentan complejidad en sus primeras capas, pero son reverberación de ideas recicladas en sí mismas, una y otra vez. Si te interesas en la trama y en la historia, Birdman toma casi media película para poder realmente enganchar al espectador y una vez que ya ha logrado tener tu atención, quiere jugar a las codas musicales con 3 falsos finales que harán que vuelvas a perder el interés.

La cinta tiene momentos dramáticos muy bien logrados, eso es cierto. El elenco es excepcional y es de las pocas películas que he visto sin eslabones débiles en su stock actoral. Michael Keaton, Emma Stone y Edward Norton hacen un trabajo maravilloso en la pantalla con una química que dudo que algún otro elenco de este año pueda superar. Esta construcción actoral es en parte gracias al trabajo del directo, no puedo omitirlo en pro de defender mi aparente desagrado por el trabajo de Iñárritu, así que ese punto se lo gana.

En cuestión discursiva, Birdman es el cliché del cine de arte que todos aman parodiar: aquel que aparenta ser tan complejo y tan innovador que tiene que ser “arte” cuando no es más que una serie de tautologías que se vuelcan en sí mismas sin llegar a ningún lado, poniendo sinónimos de diccionario para acrecentar y sofisticar lecciones de vida muy básicas que hemos aprendido desde Disney.

Leyendo New York Times, The New Yorker, Rotten Tomatoes y demás portales que se dedican a hablar al respect de esto, me doy cuenta que finalmente sigue siendo una fórmula que funciona. Utilizar tu forma para fingir un fondo sigue siendo efectivo, especialmente cuando logras que los demás vean en tu cinta muchas capas de profundidad que realmente no tiene, que ellos se las atribuyen cegados por la excesiva “cualidad artística fuera del molde” que tiene (o que ostenta tener), como una ilusión óptica de gestalt. Pese al harén de comentarios principalmente positivos, yo creo que la cinta está sobrevalorada en su esencia básica y que contribuye con mucho menos virtud discursiva que otras en su género. Para mí, el ápice moderno de este discurso interno de la lucha con uno mismo en la obsesión moderna por la trascendencia y la perfección sigue siendo Black Swan de Aronofsky.

Hay algunos detalles que tienen gran acierto dentro de la historia, especialmente en cuestiones simbólicas. El aparente superpoder de Riggan (ya sea real o imaginario) le agrega un toque de realismo mágico que fue de las pocas cosas que realmente me sorprendió. Aunque leer la simbología de dicho detalle es muy sencillo, es una extensión semiótica ideal de un personaje que es bastante claro en su construcción dramática. La telekinesis nace de la necesidad por sentirse en total control, en poder sobre los objetos y sobre la propia voluntad. Este es un símbolo repetitivo en personajes que carecen de ese control y que se entregan al caos interno en la búsqueda de un sentido de superioridad y excelencia. El Riggan de Keaton logra hacerlo muy creíble (dentro del marco propio de este realismo mágico) y hace lo mejor que puede con un texto que está por debajo de su amplias capacidades.

Otro gran detalle es la construcción cinematográfica de la cinta, emulando un plano secuencia completo durante toda la cinta. En lo personal creo que esta es la verdadera razón de tanto barullo al respecto porque sí, ciertamente es una lógica audiovisual impresionante, bastante bien lograda y muy engañosa para el espectador. Una maravilla. Pero en una película en teoría no puede ser suficiente un diseño visual impresionante para llevar todo a cuestas. No debe, eso es teoría, la práctica es otra cosa. 

Cualquiera que haya estado en una producción de cine alcanza a comprender la complejidad extensa que tiene hacer una producción con esas ambiciones cinematográficas y sólo los involucrados saben lo difícil que pudo ser lograrlo y lo orquestado que todo debía estar, meticulosamente calculado.

Esta es la gran contribución de una cinta que, de otra manera no es más que otro intento más por rellenar la pantalla con una pretensión amateur de estar en grandes ligas. Creo que Iñárritu tiene mucho genio cinematográfico, especialmente para construir y pintar en el lienzo gigante que representa una pantalla, pero para mí no es ningún storyteller y creo que si diéramos dos rayitas menos a la forzada pretensión, tendríamos más fondo y menos forma, aunque bueno ¿quién soy yo para decirle a alguien como hacer su trabajo?

Como nota final y un rollo más personal y menos de crítica. Me gustó mucho el personaje de Tabitha Dickinson, su rol dentro del discurso y como signo de contraposición entre la verdadera virtud y la verdadera ignorancia. La escena del bar entre Riggan y Dickinson para mí fue un momento analógico que sintetiza mi opinión respecto a la cinta: una respuesta simple y llena de contenido a una tautología interminable de Riggan, una simple frase para desmembrar toda la pretensión de su discurso y un llamado a la realidad que reza: “usted es una celebridad, no un artista”.

No creo necesitar invitarlos a verla, tiene nueve nominaciones de la Academia, esa es la mejor forma de coaccionar a la gente a ver películas que normalmente no quisiera ver.


Ficha técnica:
Birdman (or The Unexpected Virtue of Ignorance) (2014)
Dir: Alejandro González Iñárritu
De: Iñárritu / Giacobone / Dinelaris / Bo
Worldview Entretainment

lunes, 12 de enero de 2015

Lego The Movie

Cuando vi el cartel de LEGO la película por primera vez, supe que era una película muy prometedora. Sin embargo, no me esperaba para nada lo que me senté a ver en el cine. A mi parecer, es una película muy completa en todo sentido: tiene su buena dosis de comedia, una animación impecable, una moraleja positiva y un discurso muy poderoso. De simples consejos paternales hasta teología, la película de Lego estimula al público en muchos niveles.

De entrada, es una película con temas y chistes para todas las edades, lo cual permite una buena convivencia entre diferentes públicos, así como evita que los “adultos” que creen que es una película para niños solamente, se aburran al llevar a sus hijos al cine.

El mensaje principal es claro, simple y preciso: la potencialidad. La historia busca enseñar que la determinación y la fe en uno mismo no poseen límites para lo que puede alcanzar, a través de la burla del discurso gastado del niño salvador. Aquí, se eleva al individuo normal (representado por el personaje genérico), con el afán de contraatacar la idea de que las aventuras y grandes logros sólo pueden alcanzarlas aquellos que son “especiales” o que nacen con una fortuna mayor que la del promedio. La sátira es maravillosa, especialmente porque es discreta en su discurso hilarante y te permite creer que la historia avanza del modo clásico, hasta que se da el rompimiento del viejo discurso y se presenta la nueva tesis.

Creo que este son el tipo de películas que más deberían existir, especialmente en tiempos modernos en que todo el mundo se esfuerza en vano en “sobresalir” y en “ser diferente”. Debido a los mensajes masivos actuales creemos que el estándar es malo, cuando es realmente una de las tantas formas de elegir vivir la vida. Nos pretenden entrenar tanto para ser “únicos” y “especiales” que terminamos deconstruyendo el término y recurriendo a extremos dañinos de egoísmo y presunción, pero sin una verdadera identidad propia. Esta es la época del fenómeno de las microcomunidades, los famosos “fandoms” que pretenden darte una identidad única, siempre que te acoples a la regla de su normalidad (who do you think you’re kidding…)

Por ello, Lego nos recuerda que toda persona, sin importar que tan “normal” o “estándar” pueda parecer, tiene la capacidad de cambiar su vida hacia circunstancias extraordinarias si sólo se decide abandonar la seguridad de su monotonía e construir un nuevo camino desde cero. Es un mensaje que, si bien no es nuevo, resulta poderoso en una época en la que la búsqueda de los sueños personales es cada vez más difícil, envuelta en las dificultades cotidianas de una vida capitalizada y deshumanizada.

En otra capa del mensaje, Lego nos recuerda lo que es realmente importante en la vida: no son las ambiciones personales ni encontrar la perfección en cada parte y cada aspecto de la vida, sino que es aquello que muchas veces damos por sentado. Tierno y bastante cursi, es un mensaje sincero que no quema muchos minutos de pantalla, permitiéndole al público disfrutar de la comedia, pero que se entrega de forma resumida, directa y efectiva en pocos minutos de resolución. En un mundo en el que el éxito, el dinero y el poder parecen ser la única meta digna, alguien se toma el tiempo de recordarnos la importancia de tomar un respiro para recibir el caos y disfrutarlo, para estar junto a nuestros seres queridos, no por compromiso social, sino para lograr una conexión adecuada que no sea sólo coexistencia, sino comunicación.

En un nivel aún más profundo del discurso, Lego nos muestra su lado teológico. Cuando damos el quebrantamiento de la fantasía y descubrimos la existencia del mundo real (lo cual de por sí es maravilloso), nos vemos inmersos en la analogía de nuestra propia existencia y nuestra relación intrínseca con lo divino. Ahí está plasmada la necesidad de la creencia en algo superior que es responsable de la propia existencia, sea o no un ser que conocemos a consciencia, es la manifestación de las dudas que tenemos sobre nuestra propia vida y las razones que pueden potencialmente darle sentido. Lo interesante es la doble propuesta que se puede leer en el texto de la cinta: qué pasa si nuestro ser superior tiene otro a quién responderle, alguien más que lo haya creado y con quien nosotros tenemos una relación inexistente pero que sus decisiones terminarán ultimadamente afectando nuestra existencia. Además, levanta la pregunta de si somos seres sujetos a una leyes de determinismo divino, si se nos otorga un papel específico en este mundo o si podemos tener la fuerza de romper los hilos universales en los que creemos estar envueltos y decidir de manera completamente libre, de la forma en la que lo haría una pieza de Lego en el mundo real, adquiriendo un nuevo sentido de “vida”.

Esta es una película con momentos muy acertados y tiene una maestría del manejo de la comedia (tanto inteligente como simple) muy puntual. Debo decir que después de haberla visto ya varias veces, es complicado encontrar un momento en que decaiga el ánimo y tal vez por eso la cinta es tan desgastante: no tiene un respiro, no existe momento en que sea aburrido y que puedas desconectar temporalmente tus emociones del ciclo que dicta la trama.
La animación (finalmente es una película animada) es bastante memorables. Saben que rara vez abordo películas animadas por la razón de que, conozco poco del arte, así que no siempre me siento en la posición de hablar al respecto. Sin embargo, en este caso, la animación no es nada por debajo de una maravilla. Tiene una atención a los detalles bastante sorprendente y una estética saturada que, sin embargo, no es cansada. Además ¡por dios! Es un mundo construido de piezas de Lego, la simple idea ya genera la idea de una estética fantástica y compleja. La construcción de este mundo tiene una capacidad ingeniosa para lograr despertarte la duda de si es una película animada tradicional (stop motion) o digitalmente, o una combinación de ambas, lo cual le aporta cierta verdad a los mundos y las imágenes, ya que es un mundo que parece imposible, pero que podría ser posible con la suficiente dedicación e imaginación.

El texto está construido con la lógica de un niño y esto permite tener un texto con un mundo divertido en el imaginario y cruel en la realidad, permite aceptar sin miramientos las reglas de su mundo y después encontrar un total sentido de objetividad en el surrealismo presentado, una vez que nos enfrentamos al mundo “real” dentro de la historia.

Para mi esta es sin duda una de mis películas animadas favoritas y la que más se aleja del prototipo de esta categoría, lo cual me impresiona.

Siendo sincero y adentrándome a temas más delicados (entiéndase polémicos), yo vería esta película como mi favorita para los premios de la academia en cuanto a animación. Creo y espero no equivocarme que la favorita es “Como entrenar a tu dragón 2”. A mi CEATD2 me gustó mucho y soy un gran fan de las películas, pero yo considero que Lego merece sin duda el premio por su complejidad artística, su texto profundo (que aparenta ser ligero) y las emociones tan vívidas que te provoca experimentar, las demás que están en la contienda se me hacen grandes películas que sí, tiene una animación espectacular (aún no puedo pensar en el dragón alfa sin sorprenderme de lo maravilloso que está construido), pero creo que esta tiene mucho más que eso y, además, es algo más completo y original que toda su competencia… aunque en el lado “negativo” debo decir que es un comercial gigantesco de los productos, pero que funciona MUY bien.

Cinco estrellas, no puedes evitar divertirte y hace unos días comprobé que sólo unas palomitas jumbo para esta película no son suficientes.



Ficha técnica:
The Lego Movie (2014)
Dir. Chris Miller y Phil Lord
De: Phil Lord y Chris Miller
Warner Bros.

jueves, 8 de enero de 2015

Sweeney Todd parte 2

Quisiera ahora enfocarme más en la parte musical de la película.

El autor es el compositor americano Stephen Sondheim, quien es posiblemente la figura creativa más importante del teatro musical en estos tiempos. Sondhiem hizo una excelente labor en la creación de Sweeney Todd (primero con el musical), con un score que permite moverse libremente entre la evolución dramática de la historia.

Para la versión cinematográfica, como es común, se tuvo que reducir la duración original de la historia, recortando los números musicales y haciendo ajustes melódicos aquí y allá. Este brinco del escenario a la pantalla no siempre es delicado y muchas veces los productos originales llegan a sufrir contratiempos al momento que ven recortada su esencia original (o cuando se les escriben canciones nuevas, completamente incoherentes). En el caso de Sweeney, el trabajo de adaptación se nota meticuloso y si bien hay un par de cositas que quedaron en el aire, en general la música no sufrió grandes contratiempos.

Para mí, la selección de canciones fue acertada, tanto lo que se incluyó como lo que se dejó de lado. Piezas como: “Kiss Me”, “Ah, miss” o “Ladies in their sensitivities” son poco necesarias para la manera en que se resumió el texto (que en realidad no fue tanto) y sinceramente, son números de personajes que a nadie causan mucho interés en la cinta.

A parte de estos cortes de números completos, hay números que tuvieron su propia despuntada. “A Little Priest” es quizá la más recortada ya que son más de 2 minutos menos de pieza (si el número les pareció largo en la película, escuchen el original). Nuevamente, creo que fue una decisión sabia. En lo personal me encanta “A Little Priest”, puede no ser uno de los mejores números productores de la historia, pero tiene un toque de comedia negra y cinismo que son maravillosos. Sin embargo, no funciona completo para la cinta, en dónde el tono irónico se disminuyó al mínimo y agregar un número tan largo con un nivel de energía intermedio (y el mismo chiste una y otra vez), hubiera resultado tedioso. Todo está en el medio de comunicación que se use.

Creo que mi principal conflicto con la estructura musical de la cinta es la inversión de orden que hicieron entre “Johanna” (el cuarteto) y “God! That’s Good!”. Para mí sí es un big deal y les explico mis razones: la forma en la que está estructurada la obra es, como en todo musical, una consecuencia de la evolución dramática del texto y a pesar de las adaptaciones que tiene el texto para su versión de cine, no creo que funcione del todo la inversión de los números, ya que me causa un conflicto de narrativa.

El cuarteto es un momento de discursos monologados de los personajes en los que comienzan a “resolverse” sus viajes emocionales, llegan de punto A (inicio) al punto B y el resto del show es ellos llegando a un punto C, el cual ya no es una resolución personal, sino de redención/castigo. Originalmente, este número es el encuentro y la entrega del personaje con su objeto de deseo inicial: en él, Anthony encuentra a Johanna, Lucy (aún The Beggar Woman) descubre lo que hacen Todd y Lovett, y Sweeney decide rendirse ante la idea del encuentro con su hija, acabando con la poca humanidad que le queda al personaje. Dentro de la curva de personaje de Sweeney Todd, este punto es cuando él pierde el sentido de sus motivaciones originales y cambia de “vengador” a “asesino”. Gran parte de este cambio es la llegada de la silla, el nuevo “amigo” de Sweeney (recordemos que así es como le llama a sus navajas) durante el número de “God! That’s God!” que es en realidad una celebración del éxito de la tienda de Lovett, en una grotesca y oscura analogía al placer que obtiene el ser humano tras canibalizar a otros en beneficio propio. Para mí, ligar la silla de Todd con este discurso tiene mucho más sentido; sin embargo, en la versión de Burton el orden de estos factores está cambiado radicalmente.

De entrada, en la película, la silla la construye el mismo Sweeney en un montaje musical sobre el leitmotiv del musical. En el musical, la silla es llevada a Sweeney durante el número de “God! That’s Good!”. Si bien la elección dramática de Burton es un detalle muy significativo, ya que ayuda a explotar y a develar características internas de su Sweeney, esto altera el desarrollo dramático del personaje (ni para bien, ni para mal) y afecta ultimadamente su papel dentro de los números musicales.

En la versión musical, primero viene “God! That’s Good!” para proveer a Sweeney de su último objeto de poder y comenzar su proceso de deshumanización, el cual vemos escenificado durante el cuarteto “Johanna” (de hecho es textualmente el discurso del número). En la versión de cine damos un salto gigantesco en de deshumanización de Sweeney con la construcción de la silla y posteriormente con el número del cuarteto, sin embargo, cuando llega el número de “God! That’s Good!” segundos más tarde, para mi es difícil entender un verdadero rol por parte de Sweeney en el tramado dramático…
Es decir, entiendo la fórmula que se está siguiendo: primero la silla y Johanna para justificar “de dónde” provienen los pies de “God! That’s Good!”, pero la progresión dramática de la música me parece un poco extraña, se ve como un pequeño bache, como un retroceso, que en esencia es eso, pues los números fueron diseñados para usarse a la inversa.

Las voces no son un gran acierto. Si bien ninguno de los actores tiene un desempeño realmente pobre en la interpretación de sus piezas, es un hecho que el elenco no tiene un entrenamiento vocal completo (excepto tal vez Laura Michelle Kelly, quién irónicamente es la que menos canta) sino que se tomó en cuenta primordialmente sus cualidades actorales. No me parece mal, de hecho es lo común en el cine, pero siempre queda esa añoranza de escuchar una pieza de Sondheim cantada como Dios manda. Lo que me agradó de este elenco en particularidad es su naturalidad en un género que, por si mismo tiende a lo surrealista (la gente no canta sus problemas de esa manera en la vida real).
Esto sí me parece un gran acierto, especialmente cuando nos enfrentamos a productos cinematográficos musicales en que la transición de los actores del diálogo a la música es muy torpe (como en Mamma Mia!) o que se vean incómodos en pantalla por el hecho de estar cantando (Russell Crowe en Los Miserables).

Finalmente, si no eres de ver sangre ni te gustan los musicales, aléjate, porque es mucho de ambas cosas. En lo personal encuentro la película maravillosa y se las recomiendo ampliamente. Sólo una advertencia: la cinta te deja con una sensación extraña en el estómago (mitad por el tipo de película, mitad por ser un producto de Sondheim), es complicado explicarlo, pero cuando la veas lo notarás.



Ficha técnica:
Sweeney Todd: the demon barber of fleet street (2007)
Dir: Tim Burton
Prod: John Logan
De: John Logan, Thomas Stevenson (screenplay) / Stephen Sondheim, Hugh Wheeler (musical)
Warner Bros.

domingo, 4 de enero de 2015

Sweeney Todd parte 1

¿Parte 1? ¡Exacto! Tengo tanto que decir al respecto de esta película musical que pensé en dividir el tema en lugar de hacer un texto gigantesco y complicado.

Para aquellos que no lo saben, Sweeney Todd es sin duda mi musical favorito, Tim Burton es mi director favorito y Stephen Sondheim mi compositor favorito... Entonces, para mi la expectativa era enorme cuando supe que esta película llegaría al cine.

La película tiene ya tiempo y la razón por lanque resistí abordarla en el blog tanto tiempo es miedo. Necesitaba preparar y ordenar adecuadamente mis ideas entorno a la cinta, además, quería evitar en lo posible que me ganara la subjetividad de ser fan y decir que todo es genial (sí tiene mucho genial, aunque no TODO).

Entonces, he decidido que estoy listo para sacarlo de mi pecho.

En la parte uno me enfocaré principalmente en el trabajo de Burton y el desempeño actoral del elenco.

Para mi, Sweeney Todd es de los musicales más complejos de Stephen Sondheim y la evolución de los personajes es un asunto complicado ya que los matices de su condición de villanos/protagonistas pero con condición humana profunda, requiere un desarrollo realista, pero a la vez teatral.

En este entendido, creo que la dirección que tomó Burton fue muy adecuada en términos cinematográficos (ya que hay que considerar que, si bien el texto viene del teatro, el medio es completamente diferente). La dirección de Burton le agregó un poco más de oscuridad a los personajes y creó una atmósfera considerablemente más gótica que lo que se aprecia regularmente en los montajes de teatro.

Gracias al trabajo en sinergia de Burton con Helena B. Carter y con Johnny Depp, la historia del barbero demoniaco obtuvo nuevas dimensiones y matices que tal vez no eran los explorados en el texto original Hugh Wheeler. Primeramente, creo que Burton optó por crear una relación más profunda y ceñida entre Sweeney y Nellie (Mrs. Lovett).

En la versión de Burton, los lazos entre ambos personajes son mucho más fuertes, lo cuál crea una atmósfera de mayor intimidad entre los personajes y le da gran potencia a los actos criminales que juntos realizan.

En contraste con el musical, donde Sweeney se desarrolla como un personaje más solitario y que avanza aceleradamente a la demencia, el Sweeney de Burton se inclina más a un complicado personaje que se debate entre la impotencia y el dolor pero que ha alcanzado un grado profundo de demencia desde el inicio del relato.  Entonces, la evolución dramática que nos propone el film no va del personaje que busca venganza al personaje que termina en una demencia asesina, sino de un personaje perturbado que poco a poco va perdiendo los estribos y sus pocos restos de humanidad.

En el caso de Nellie Lovett, el cambio de estrategia dramática es arriesgado, pero con grandes resultados. La Nellie Lovett que creó Angela Lansbury en el montaje original tenía ciertos toques de ingenuidad cómica: si bien es, en esencia, una villana, es un personaje con muchos escrúpulos cuyo principal motivo para cometer tantas atrocidades son: la desesperación de una vida complicada de pobreza y la soledad emocional tras la muerte del esposo y la aparición del deseo profundo por Sweeney. La Nellie de Helena es un personaje con mayor oscuridad que la de Sweeney. Ella podrá no estar sedienta de sangre, pero posee una mente con una moralidad realmente inexistente. Helena crea un personaje que perturba al observador, ya que es imposible descifrar que tiene en su mente la mayoría del tiempo, siempre con esta sombra de estar escondiendo algo y, a la vez, de ser increíblemente trasparente.

Por supuesto, estos elementos diluyen la comedia (oscura e irónica) que tiene el texto original, al grado que esta es casi inexistente, por lo que el relato se torna mucho más serio y da el brinco de un melodrama victoriano a un thriller gótico con tan sólo unos cuantos ajustes.

La construcción de la atmósfera de decadencia es uno de los grandes logros de Burton y su equipo, ayudados por la facilidad que aporta el medio cinematográfico para lograr esto. Para mí toda la cinta tiene una atmósfera exacta y un chroma que da en el clavo con cada nueva secuencia. El gris opaco que domina en la pantalla no sólo es el adecuado para el género, sino que presenta una visión inglesa victoriana perfecta, en tal situación de decadencia y, además, permite acentuar el rojo excesivo y desmesurado de la sangre (en lo personal, no aprecio completamente la forma en que se creó la sangre para la cinta, pero creo que lo grandilocuente del asunto funciona en cierta medida).

De hecho, quisiera hablar de la secuencia de "By The Sea". Para quienes hayan visto la película, recordarán que este momento es el más atípico de todos, rompiendo completamente con la estética tan constante de la cinta. Por una parte es entendible, considerando que estamos dentro de las fantasías románticas de Lovett, sin embargo, a mi me fascina este rompimiento. En primer lugar, pasar del gris opaco a colores brillantes de carnaval no hace más que acentuar con el contraste la decadencia y oscuridad permanente en la que parecen vivir los personajes y de la cual Nellie intenta desesperadamente escapar. Además de eso, debo decir que es una secuencia bastante llamativa que, si se observa con cuidado, es aún más retorcida que la realidad en la que ellos existen: es decir, dejamos lo decadente pero realista detrás, para entrar a un mundo colorido lleno de fantasías extrañas. Es una secuencia uncanny: la podemos asumir como posible, pero observando con detenimiento vamos cayendo en cuenta de lo ilusorio que es todo: el muelle gigantesco, el color del atardecer, el tipo de boda, las presencias en la playa, son muestras de la psicosis reprimida dentro de la mente de Nellie.

El cast tiene muchos otros grandes aciertos: Alan Rickman como el Juez Turpin (el cuál para mí no es su mejor personaje, pero es un muy buen trabajo), Timothy Spall como el Beadle Bamford (no podría ser más perfecto), Ed Sanders como Toby e incluso Sacha Baron Cohen como Adolfo Pirelli (y posiblemente esta es la única vez en la vida que he tenido algo positivo que decir respecto a Sacha B). Quizá, sean Anthony y Johanna lo más aburrido de la cinta (si bien esto no quiere decir que su desempeño actoral sea malo) como los "star-cross lovers" suelen ser en estas historias.

Con la excepción de Toby, Anthony y Johana (los únicos personajes verdaderamente "inocentes"), todos los personajes terminan muertos al final de la historia. El mensaje es claro: nunca olvides, nunca perdones, y esto aplica para todos. Ya lo dice brillantemente una de las letras de Sondheim: "we all deserve to die" y es cierto. Estos personajes viven en un mundo de culpas compartidas, de suciedad moral de la que ninguno está exento: no es un mundo del bien contra el mal, sino uno en que el mal está al alcance de todos y en el que se vive enfrentándose constantemente a los pecados propios y ajenos, siempre a la espera de que llegue el juicio final. Entonces, los personajes que representan las víctimas de este mundo cruel y que actúan desde su condición de inocencia, invariablemente terminan envueltos en sus propios actos corruptos y manchados por la sangre de los pecados ajenos, la cuál los lleva a cometer sus pecados propios. Quizá el epítome de dicha "lección" sea la escena final, en la cual es Toby quien termina poniéndole fin a la esencia de muerte que representa Sweeney, quien muere de la misma manera que mata, pasando la antorcha del pecado a alguien más quien aprende a vivir bajo las reglas de ese (este) mundo: nunca perdones, nunca olvides.

Bueno, aquí quiero hablar de otro cuadro maravilloso de la película: el final, cuando Sweeney se desangra sobre el cadáver de Lucy. Yo que soy fan de lo hermosamente grotesco, casi enloquezco con este cuadro. Para mí fue poesía pura ver a Sweeney morir con su esposa entre sus manos, lo cuál es en sí la razón de todos los eventos. Esto detiene en seco su sed de sangre al descubrir que ella vivía y que fue él quien en realidad acabó con su vida. Este shock de moralidad contradictoria acaba con la mente de Todd, pasando de la psicosis demente a un estado de profundo vacío: no sólo acaba de perder su único objeto de deseo, sino que ahora es él quien debe pagar el castigo de su propia venganza. Esto es casi una versión de Romeo y Julieta en su esencia más básica, pero con los matices del terror, ya que no son los amantes envueltos en esta aura de romanticismo angelical, sino que son el final perfecto para una tragedia de esta magnitud.

Lo último que quiero discutir en esta primera parte es el tema del canibalismo y la forma en que se aborda como un ritual para la redención y el castigo moral, y a la vez como una práctica social simbólica cotidiana. Posiblemente este tema sea la médula espinal de la obra, en todas sus versiones. Más allá del rencor, el miedo y la venganza, es el canibalismo lo que mayormente aporta al discurso del texto. Estos personajes viven en un mundo en que el canibalismo es una actividad cotidiana (claro, digo "ellos" pero sabemos que no podemos separar este discurso de nuestro propio mundo), ya que los personajes cometen actos pecaminosos y carnales para defender sus propios impulsos, sin importar a quién lastimen de por medio. Los instintos bajos son lo que mueve visceralmente a estos personajes: un deseo carnal (de Anthony y Turpin a Johanna, de Turpin a Lucy, de Lovett a Sweeney), una sed de sangre (de Sweeney a Turpin, de Anthony a Turpin) y la sensación de poder (de Pirelli a Toby, de Turpin a Todd). Ellos viven en un mundo en el que los de arriba se comen a los de abajo, ya que es la cadena natural de la sociedad en decadencia y, por lo tanto, los individuos de abajo se revelan, decidiendo ser ellos ahora los que va a comerse a los de arriba. El asesinato es la única acción redentora en su mundo y la sangre es en lo que se lavan las culpas de los pecadores, convirtiéndose en el trofeo que obtiene el victimario (quien fue víctima) de la víctima (quien fue victimario). Es un discruso fuerte que le habla a una sociedad en crisis que ha llegado a resolver sus problemas de la manera más primitiva: violencia, abuso, agresión, pues son los últimos recursos para enfrentar un poder corrupto que actúa como depredador en primer lugar.

Si no la ha visto, ¡veanla ASAP! sólo recuerden que apresar de todo, es un musical, sólo para que no digan que no les advertí.

Esta es la parte uno, aquí me detengo antes de seguir sin control y mejor nos encontramos de nuevo en la parte dos, para abordar otras dimensiones creativas del film.



Ficha técnica:

Se las debo hasta la última parte.