O la Inesperada virtud (con “v” minúscula) de la Ignorancia (con “I” mayúscula). Son de esas películas que simplemente me hacen romper mis propias reglas y escribir acerca de las cosas que odio, en este caso: tendencias (ahorita es lo más mainstreem del momento), Iñárritu (que es el director) y Zack Galifianakis (que aparece en la cinta).
Birdman es un seudo discurso que ataca los convencionalismos sociales del star system en el arte, la necesidad social imaginaria de un sentido falso de trascendencia y la desesperada obsesión por ser relevante en una era en que la información, el entretenimiento y la fama se crean y desaparecen de la nada.
No es secreto que no soy nada fan de Alejandro González Iñárritu, de hecho, nunca he visto algo que me agrade de él. Para mí es uno de esos directores que se envuelven en su propia pretensión y con la ilusión de tener un new cinema que muchos confunden con excelencia y se tragan el cuento… Perdón por el veneno, pero esa es mi opinión al respecto. Esto lo comparto como pauta para que sepan mi punto de partida cuando me senté en la sala a verla. Dicho esto, la película:
Birdman es una tortura de casi dos horas que te parecerán más de cinco. Avanzando a paso caracol, la cinta invierte largas escenas enfocadas a un conflicto existencial (y bastante cliché) con textos que aparentan complejidad en sus primeras capas, pero son reverberación de ideas recicladas en sí mismas, una y otra vez. Si te interesas en la trama y en la historia, Birdman toma casi media película para poder realmente enganchar al espectador y una vez que ya ha logrado tener tu atención, quiere jugar a las codas musicales con 3 falsos finales que harán que vuelvas a perder el interés.
La cinta tiene momentos dramáticos muy bien logrados, eso es cierto. El elenco es excepcional y es de las pocas películas que he visto sin eslabones débiles en su stock actoral. Michael Keaton, Emma Stone y Edward Norton hacen un trabajo maravilloso en la pantalla con una química que dudo que algún otro elenco de este año pueda superar. Esta construcción actoral es en parte gracias al trabajo del directo, no puedo omitirlo en pro de defender mi aparente desagrado por el trabajo de Iñárritu, así que ese punto se lo gana.
En cuestión discursiva, Birdman es el cliché del cine de arte que todos aman parodiar: aquel que aparenta ser tan complejo y tan innovador que tiene que ser “arte” cuando no es más que una serie de tautologías que se vuelcan en sí mismas sin llegar a ningún lado, poniendo sinónimos de diccionario para acrecentar y sofisticar lecciones de vida muy básicas que hemos aprendido desde Disney.
Leyendo New York Times, The New Yorker, Rotten Tomatoes y demás portales que se dedican a hablar al respect de esto, me doy cuenta que finalmente sigue siendo una fórmula que funciona. Utilizar tu forma para fingir un fondo sigue siendo efectivo, especialmente cuando logras que los demás vean en tu cinta muchas capas de profundidad que realmente no tiene, que ellos se las atribuyen cegados por la excesiva “cualidad artística fuera del molde” que tiene (o que ostenta tener), como una ilusión óptica de gestalt. Pese al harén de comentarios principalmente positivos, yo creo que la cinta está sobrevalorada en su esencia básica y que contribuye con mucho menos virtud discursiva que otras en su género. Para mí, el ápice moderno de este discurso interno de la lucha con uno mismo en la obsesión moderna por la trascendencia y la perfección sigue siendo Black Swan de Aronofsky.
Hay algunos detalles que tienen gran acierto dentro de la historia, especialmente en cuestiones simbólicas. El aparente superpoder de Riggan (ya sea real o imaginario) le agrega un toque de realismo mágico que fue de las pocas cosas que realmente me sorprendió. Aunque leer la simbología de dicho detalle es muy sencillo, es una extensión semiótica ideal de un personaje que es bastante claro en su construcción dramática. La telekinesis nace de la necesidad por sentirse en total control, en poder sobre los objetos y sobre la propia voluntad. Este es un símbolo repetitivo en personajes que carecen de ese control y que se entregan al caos interno en la búsqueda de un sentido de superioridad y excelencia. El Riggan de Keaton logra hacerlo muy creíble (dentro del marco propio de este realismo mágico) y hace lo mejor que puede con un texto que está por debajo de su amplias capacidades.
Otro gran detalle es la construcción cinematográfica de la cinta, emulando un plano secuencia completo durante toda la cinta. En lo personal creo que esta es la verdadera razón de tanto barullo al respecto porque sí, ciertamente es una lógica audiovisual impresionante, bastante bien lograda y muy engañosa para el espectador. Una maravilla. Pero en una película en teoría no puede ser suficiente un diseño visual impresionante para llevar todo a cuestas. No debe, eso es teoría, la práctica es otra cosa.
Cualquiera que haya estado en una producción de cine alcanza a comprender la complejidad extensa que tiene hacer una producción con esas ambiciones cinematográficas y sólo los involucrados saben lo difícil que pudo ser lograrlo y lo orquestado que todo debía estar, meticulosamente calculado.
Esta es la gran contribución de una cinta que, de otra manera no es más que otro intento más por rellenar la pantalla con una pretensión amateur de estar en grandes ligas. Creo que Iñárritu tiene mucho genio cinematográfico, especialmente para construir y pintar en el lienzo gigante que representa una pantalla, pero para mí no es ningún storyteller y creo que si diéramos dos rayitas menos a la forzada pretensión, tendríamos más fondo y menos forma, aunque bueno ¿quién soy yo para decirle a alguien como hacer su trabajo?
Como nota final y un rollo más personal y menos de crítica. Me gustó mucho el personaje de Tabitha Dickinson, su rol dentro del discurso y como signo de contraposición entre la verdadera virtud y la verdadera ignorancia. La escena del bar entre Riggan y Dickinson para mí fue un momento analógico que sintetiza mi opinión respecto a la cinta: una respuesta simple y llena de contenido a una tautología interminable de Riggan, una simple frase para desmembrar toda la pretensión de su discurso y un llamado a la realidad que reza: “usted es una celebridad, no un artista”.
No creo necesitar invitarlos a verla, tiene nueve nominaciones de la Academia, esa es la mejor forma de coaccionar a la gente a ver películas que normalmente no quisiera ver.
Ficha técnica:
Birdman (or The Unexpected Virtue of Ignorance) (2014)
Dir: Alejandro González Iñárritu
De: Iñárritu / Giacobone / Dinelaris / Bo
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