domingo, 14 de diciembre de 2014
Maléfica
lunes, 8 de diciembre de 2014
Big Hero 6
El más reciente trabajo animado de los estudios Walt Disney. Big Hero 6 ha causado tal sensación que no queda más que reconocer lo fructífera que ha sido la “alianza” (para no ofender sensibilidades con la palabra “compra”) de Marvel por parte de Disney. Por supuesto, es notoria la influencia de la compañía madre sobre la nueva adquisición, especialmente en la maestría narrativa que incluye tanto emoción, suspenso y sentimentalismo… el más puro estilo Disney.
Normalmente le daría un espacio del texto al comic homónimo que inspiró la película, pero no creo que valga la pena en este caso. Razones hay muchas, pero la principal es: son muchas más las diferencias que las similitudes, al grado que son prácticamente productos independientes.
Lo primero, más importante y seguramente más llamativo es la animación. Al principio (durante probablemente los primeros 3 minutos de la cinta) dudé si la animación era la mejor plataforma para el producto, especialmente a sabiendas que es, en su esencia más profunda, un producto Marvel (aunque en realidad no, ¿alguien más notó que no había cortinilla Marvel?) Sin embargo, cualquiera que se haya sentado a ver Big Hero 6 en la pantalla sabe que no existe mejor forma para ese fondo que la animación. Superada, al menos en una percepción personal, únicamente por Lego The Movie, esta película es una delicia animada que seguramente estará presente en los Óscares de animación. Los personajes recuerdan un poco al diseño básico de Los Increíbles con toques ligeros de Enredados (personalmente, pienso que Honey Lemon es una descendiente futurista de Rampuntzel porque son muy iguales) y generan incluso la misma emoción con poco menos dinamismo que Los Increíbles. En una competencia frente a frente, yo me inclino por la animación de Lego, por su complejidad, pero seguramente el factor corazón inclina mucho la balanza hacia Big Hero 6.
Las secuencias de acción de los microbots son muy orgánicas, más de lo que me hubiera esperado, especialmente pensando en la esencia de lo que es un microbot. Pero, sin duda alguna la joya de la corona en la animación de Big Hero 6 es el robot Baymax. En serio, este es el segundo robot más adorable que hemos visto en la última década (superado sólo por la ternura y humanidad de Wall-E) y seguramente se va a volver un fenómeno viral pop en menos tiempo que lo que yo tarde en terminar de escribir esta frase (considerando también que ser un fenómeno viral en estos tiempos modernos es cada vez menos difícil). El diseño del personaje no podría ser más acertado, especialmente considerando el mercado potencial de Big Hero 6. Lo tiene todo: el carisma “frío” del robot, la delicada calidez humana que clama no poseer y el punto justo de comedia… Realmente es un personaje irresistible y sin duda, a pesar de todos los aciertos que pueda tener la película, Baymax es lo mejor que tiene para ofrecer.
Aún así, si en algo sobresale especialmente esta película (dejando de lado un poco la calidad de la animación) es en el diseño redondo pulido de sus personajes. Si bien hay personajes que tienen poca curva de desarrollo dentro del film, sus calidades de arquetipo están bien trabajadas y aquellos personajes (como Hiro) que sí tienen una curva compleja, están manejados de una forma muy humana, lo cual ayuda a fomentar un vínculo de empatía entre el personaje y la audiencia que además, pensando en el perfil sociocultural de los personajes, no es tan sencillo.
Entre las cosas malas que tiene la película (porque contrario a lo que he escuchado: no, no es perfecta) está su argumento de exposición. El guión en general es muy bueno, dentro de los parámetros Disney regulares, pero la construcción dramática de la exposición es extraña, yo diría torpe y los diálogos forzados en demasía. En lo personal, soy enemigo de que el texto le de información masticada a la audiencia, como si fueran bebés que no pudieran soportar más que la papilla. ¿A qué me refiero con esto? Hay diálogos que colocados en el personaje suenan muy poco orgánicos, por ejemplo: “Ellos [los padres de Hiro] ya no están, recuerda que murieron cuando tenía 3 años”. Me cuesta visualizar un niño de la edad de Hiro usando esas exactas palabras, me cuesta empatar la calidad de discurso que usa en toda la película con esas exactas palabras y creo que si no tiene ninguna utilidad dramática el ser tan exagerados con la exactitud (3 años), no es necesario darle esa información a la audiencia. Otro ejemplo: “Te graduaste de la preparatoria a los 13 años para dedicarte a las peleas de robot”… una exposición innecesaria, no sólo por los mismos conflictos que encuentro en el otro ejemplo, sino porque además estamos viendo esa información en acciones y la regla dramática más básica es: si los personajes lo demuestran con acciones, decirlo está de más, especialmente cuando puedes expresarlo de una manera más natural: “ellos se fueron y no los conocí” en lugar de la autómata “murieron cuando yo tenía 3 años”.
Regresando a mi expresión "buena en parámetros Disney" me refiero a que tiene una evolución narrativa empática y sin duda engancha a la audiencia... Pero, como la mayoría de los productos en su tipo, es predecible.
Otro gran desatino de la película a mi gusto es la banda sonora. La música original (del compositor Henry Jackman) es buena, las piezas orquestales ayudan a llevar la correcta evolución emocional de la historia. Pero sin duda no es su mejor trabajo (pensemos en Kick-Ass por ejemplo), es un algo muy justo: lo suficiente, nada sorprendente, pero bien al final del día. El verdadero gran problema con la banda sonora es la elección de canciones. Fall Out Boy… hmmm… me causa conflicto, no es una mala opción pero Immortals no me causa una gran aportación al todo del producto (¿alguien recuerda esa canción?) y Eye of The Tiger… rayando en lo más cliché, es un chiste tan viejo que ya no produce comedia ingeniosa y, sinceramente, es tan predecible que se vuelve soso, aburrido y una salida muy fácil.
Sin embargo, debo reconocer que la película es una experiencia maravillosa, especialmente cuando la compartes con gente especial. Si bien tiene sus altos y sus bajos, es una película que sin duda recomendaría con gusto y que merece más de un bote de palomitas jumbo.
Ficha técnica:
Big Hero 6 (2014)
Dir. Don Hall / Chris Williams
De RobertBaird , Dan Gerson y Jordan Roberts (screenplay)
Walt Disney Animation Studios
lunes, 1 de diciembre de 2014
Stardust
martes, 11 de noviembre de 2014
El Joven Manos de Tijera
Aunque aún falta un mes, el espíritu navideño ya comienza a sentirse, pues las fiestas no están muy lejanas. Por eso, decidí elegir una de mis películas navideñas favoritas… bueno, si digo “navideñas” me refiero en parte al tiempo en que está contada la historia y a las películas que a mí me gusta ver en Navidad.
Una de ellas es “El Joven Manos de Tijera”, ¿qué más puede pedir un BurtonHead para Navidad? A mí, esta película me despierta bastante nostalgia de tiempos más sencillos y, como la mayoría de los fans de Burton, me habla mucho ya que me identifico bastante con el tema central.
El Joven Manos de Tijera es de las grandes obras maestras de Burton y de las cintas live action realmente buenas que tiene en su filmografía (para ser fan hay que reconocer que a veces las cosas nomás no son buenas…) y una de las cosas que la hace realmente maravillosa es la historia sweet and sour que nos presenta.
Hay algo maravilloso en el relato de la historia de Edward que es tierno y oscuro a la vez; que presenta una perspectiva cruel de la vida a través de un cristal inocente. La historia habla de Edward, una especie de criatura a lo Frankestein cuya “única” falla es la ausencia de manos, en su lugar, Edward posee tijeras. Con la muerte de su creador y padre, Edward se vio obligado a vivir solo en el interior del castillo de su creador, convenientemente localizado en las afueras de un suburbio pintoresco. Cuando una mujer de casa, vendedora ambulante de maquillaje, encuentra a Edward, lo aloja en su casa e intenta incluirlo a una sociedad que rápidamente lo separará y lo rechazará por ser diferente.
El tema central de la historia es el choque entre lo cotidiano y lo extravagante. Es una cuestión de status quo que Burton rechaza constantemente en sus obras: el poner a prueba el ambiente “normal” y sus reglas establecidas a través de experiencias y perspectivas de la vida diferentes, que obligan a los personajes con paradigmas muy concretos, enfrentarse a sus propios miedos. En El Hombre Manos de Tijera, Edward no posee mayor diferencia del mundo que su deformidad física. En realidad, el personaje de Edward no actúa como un agente de cambio activo, sino como un detonante de estos cambios. La mente de Edward es un cascaron vacío que comienza a llenarse al llegar a este nuevo mundo: absorbe experiencias, reglas comunes, complejos de moralidad y creencias populares. Edward es realmente un niño pequeño en crecimiento y aprendizaje, que cuenta con la desventura de estar en el cuerpo de un adulto extraño con manos mutiladas.
Quién realmente actúa como un agente de cambio es Peg Boggs (Dianne Wiest) quién acepta como natural a Edward y su forma diferente de existir. Peg termina contagiando el espíritu de cambio a su familia, quienes aprenden a romper sus propios paradigmas y descubrir en Edward un compañero y un amigo.
Burton critica principalmente la hipocresía social del ambiente suburbano, el cuál es un sistema de apariencias y reglas sociales que “facilitan” la convivencia a través de una filosofía de la uniformidad: pensar, verse y actuar todos iguales, para evitar los conflictos. Por supuesto, Burton no es el único que ataca este tema, de hecho, el cliché del entorno de suburbios como la máxima representación de la hipocresía social ha sido desgastado infinidad de veces con productos como: The Stepford’s wives, Suburgatory, Desperate Housewives, etc. En este entorno, Burton pretende satirizar un molde de estética y conducta en el nivel más superfluo de las apariencias: vemos una calle con pequeñas casas iguales, construidas en masa y con la única diferencia de los detalles menores como el color. La sátira se extiende al presentar los personajes; la mayoría mujeres solas o con un marido casi inexistente, cuya diversión es la calumnia y el chisme y quienes esconden detrás de sus cortinas, un estilo de vida que pretenden reprochar por fuera.
El enfrentamiento entre el mundo ordinario y aquello que es extravagante, desata la serie de eventos que terminan por volverse violentos. Al principio, la novedad de Edward es una experiencia nueva: el joven se vuelve un souvenir exótico que resalta en la planicie monocromática de los suburbios. En este punto, Edward representa la experiencia breve de lo nuevo y pasajero: unos vecinos que adquirieron algo extravagante y que todos dicen aprobar cuando lo envidian por lo bajo. Después, cuando Edward demuestra un talento extraordinario que es bastante explotable, entonces deja de ser la novedad, para convertirse en un beneficio. La mecánica humana tiene ciertos rasgos antropológicos de canibalismo, nos guste verlos o no. Aquí, Edward es un objeto útil que debe estar al servicio de la sociedad imperante, como recompensa por haberlo acogido dentro de su “normalidad” y, como la mayoría de los objetos humanos, se convierte pronto en un objeto de deseo y cuando el deseo está de por medio, aparece también la codicia. La tercera etapa de la historia es Edward como amenaza: por una parte, una desventaja que posibilita a unos pocos tener algo que rompe con la ideología “igualitaria” (que es realmente conformista) de la sociedad estable y, por otra parte, como un agente externo que amenaza las costumbres y nos enfrenta al cambio.
En esencia y con poca profundidad de discusión (o nos estaríamos aquí horas), Burton critica el rechazo a lo diferente, infundado en el miedo de enfrentarse a sí mismo y descubrir que nuestras verdades tal vez no son absolutas. Burton además enfatiza una perspectiva personal sobre este rechazo. Edward es un símil de sí mismo, viviendo en un mundo de colores y reglas como una persona que piensa en cambios y tonos de grises. Tal vez sea por eso que la historia de Edward tiene este toque de inocencia y dulzura dentro de un relato tan crudo: es el Burton joven contándonos su experiencia de vida, intentando advertirnos de los horrores de la normalidad, especialmente cuando se aspira a ser al menos un poco especial.
Para mí, El Joven Manos de Tijera es una de las obras más grandes de Burton y ciertamente uno de los highlights de su época clásica. La construcción cinematográfica de la cinta es espectacular: desde escenarios hasta vestuarios, desde diseño de color hasta el desarrollo de las secuencias; este es sin duda un film que es poesía y pintura hechas celuloide.
El Joven Manos de Tijera, además, tiene para mí una característica muy importante que aprecio enormemente en algunas películas en su tipo: no es una película que en apariencia apuntale a un mercado infantil. No tengo nada en contra de las películas infantiles, de hecho me encantan, pero sí estoy en contra de cuando las películas se venden como un producto infantil cuando el discurso claramente indica lo contrario (por ejemplo El Extraño Mundo de Jack).
En El Joven Manos de Tijera se tocan pequeños subtemas específicos que revelan instintos humanos bajos y que la perfección suburbana siempre intenta recluir. Para mí uno de los momentos más simbólicos de la cinta es cuando Edward se convierte en un objeto sexual.
Con la combinación ideal de inocencia e inexperiencia, Edward y su condición de exótico dan una vuelta de 180 grados del deseo con minúscula al Deseo con mayúscula. ¿Quién podría resistirse al encanto de la inocencia, de una mente que es terreno virgen que nosotros podemos conquistar? ¿Por qué dejar pasar la oportunidad de tener lo que todos desean que ser, además, una mezcla perfecta entre la inocencia y la rebeldía? Aquí se juega el rol de lo diferente como seductor, el misterio y encanto del miedo: es experimentar la pasión del odio, el dolor y rechazo para convertirlo en un placer carnal de sangre y metal. Sin embargo, el detalle realmente memorable de este subdiscurso es cuando Edward y Peg se ven envueltos en esta misma dinámica: por supuesto, el signo no cambia y la secuencia del corte de pelo de Peg se vuelve un momento edípico de gran ternura. Este puede ser el momento de la expresión máxima de la relación maternal que forman Edwards y Peg en la cinta: vemos una secuencia que no desborda una pasión desmedida de puro deseo sanguíneo, como se hace con las otras mujeres, sino que es una dinámica tierna en que él limpia y prepara el lugar para ella, la escolta al momento clímax y la toma de una manera filial, mientras vemos a Peg con una expresión de completa felicidad que no proviene del deseo, sino de la paz emocional. En términos tal vez poco ortodoxos y algo Freudianos: es el momento en que se consolida su relación de “madre e hijo” en que Peg lo adopta como tal, dando a luz a Edward quien, en lugar de salir de ella, entra para quedarse bajo su más íntima protección.
Por supuesto, nada de esto es tan sexualmente explícito como suena en el análisis. Esta es una analogía que indica el símbolo primario del discurso visual… osea, no hay problema con que sus hijos la vean (de hecho, les hará mucho bien).
Para no alargarme más, aquí concluyo. Mi última idea es que la recomendación de esta película es muy amplia y la experiencia de verla es algo sublime.
Ficha técnica:
Edward Scissorhands (1990)
Dir: Tim Burton
Guión: Caroline Thompson / Tim Burton (historia original)
20th Century Fox
lunes, 6 de octubre de 2014
Frozen
Pensando en mis cosas de la semana, me llegó una idea de la nada, como un mensaje divino que me recordaba algo: nunca le dediqué un espacio en el blog a esta película y vaya que debí hacerlo… no sólo por el fenómeno cultural que se volvió, sino porque también fui víctima de su encanto.
Trataré de ser lo más parcial posible y les explicaré brevemente porqué:
Entonces, juntando estos factores, intentaré no dejarme llevar por la parcialidad en lo más posible y mantener el profesionalismo crítico ante todo pues, si bien la película a mi me encanta, eso no la convierte en un producto perfecto o una nueva joya del mundo del cine. Esto con el propósito de mantener mi seriedad por respeto a ti, lector, y para no convertirme en lo que más odio de estos tiempos modernos: un fan boy partícipe de un fandom enfermo, petulante y caprichoso…
¿Qué es Frozen? Frozen es una animación basada (MUY vagamente) en el cuento de Andersen: “La Reina de las Nieves” que, en este caso, deja de lado todo lo que la historia narra y cuenta una emotiva historia sobre dos hermanan cuya principal enseñanza al mundo es el amor fraternal, compartido más allá de los lazos de sangre. ¿Cursi? Sí, bastante, pero no molesto.
Como les dije arriba, Frozen es un musical… pero, la maravilla de esta película es que es REALMENTE un musical. Me explico:
A diferencia de otras películas con canciones (tanto de Disney como de alguna otra productora genérica), Frozenrealmente respeta y sigue la estructura básica del musical moderno, el cuál es la pauta reglamentaria en Broadway. No sólo es la inclusión de canciones llamativas o números aparatosos, sino que realmente tienen una inclusión orgánica, predecible y adecuada en el relato, siempre narrando los eventos importantes y las emociones de los personajes. No es cantar por cantar. Yo sé que hay mucha gente puede opinar lo contrario, de hecho, detrás de mí en el cine cine había una mujer que se quejaba abiertamente (y molestamente) con cada canción… amiga, ¿really? Vas a ver una película animada de Disney con princesas ¿y esperas que no canten? No sé en qué cueva vivas, pero eso es ampliamente un cliché.
En fin, regresando a la música. Si bien la distribución de las canciones sí es, en efecto, un poco pesada (el 80% de las canciones están prácticamente concentradas en la primera parte de la película), la estructura musical es un retorno al Disney clásico y un gran avance de las películas “musicales” más modernas en que el entretenimiento, no la narración, es el argumento decisivo de la musicalización (hablo de ejemplos como “Enredados” y “La Princesa y el Sapo”). La estructura musical funciona tan bien que crea este efecto de cultivo que tienen los musicales: la audiencia se acostumbra a tal grado a las melodías, que empieza a formar una relación emocional-icónica con la música del film. Sin embargo, si hay ciertos desatinos a mi parecer, los cuales enlisto aquí abajo:
Claro que, siendo muy rigurosos, si bien la música y la estructura son muy buenas, Frozen realmente tiene un solo gran acierto musical y es “Let it go”. Si alguien cree que el Oscar para Let It Go fue porque “es Disney, sólo eso” les comento que están en un grave error. Esta pieza tiene los dos elementos clave para ser una canción inolvidable: una melodía pegajosa y una letra con tema universal. BobyLópez pudo haber hecho un buen trabajo con toda la película, pero realmente se lució con Let It Go, al grado que basta abrir YouTube unos 5 minutos y ver el impacto cultural que sigue dejando la pieza… quisiera ver que la canción de Bono hiciera eso. Es simple: ya sea con un adolescente que está formando su identidad, un niño que está aprendiendo a vivir, un adulto que se siente limitado por sus obligaciones sociales o un grupo social que ya no quiere vivir en discriminación, Let It Go es más grande que Elsa, que Frozen o que una canción, es un discurso que le habla directo al corazón.
Dejando la música de lado, quisiera hablar un poco de la historia. Últimamente me estaba decepcionando un poco de las capacidades discursivas de Disney: todo comenzó con La Princesa y el Sapo. Para mí siempre representó el esfuerzo por comenzar una nueva era. El problema con el discurso gastado de las princesas eran las implicaciones “negativas” que traía a una sociedad que se quiere creer muy feminista: eso de esperar por el príncipe, sin capacidad de decisión y sucumbir ante los deseos de todo el mundo no era una imagen que la gente quería para la mujer moderna.
Entonces, llegó Tiana, quién no sólo rompía la imagen racial clásica de la princesa (caucásica, casi siempre rubia o de plano exótica), era una orgullosa mujer norteamericana y de color que, además, introducía algo que haría a Cenicienta saltar de su calabaza: la idea de que una mujer se vale por sí misma y que tiene la capacidad de luchar duro para alcanzar sus sueños. Excelente, en esencia, pero no en la práctica. La historia no terminó de cuajar para concretar ese mensaje y al final Tiana obtiene lo que quiere a expensas de su matrimonio con el príncipe. Después llegó Valiente (Enredados para mí fue un paso hacia atrás) y se reforzó esta idea de la mujer independiente y libre. Sin embargo, el discurso quedó ahogado en el drama familiar (que es algo maravilloso), el cuál le dio más peso al amor maternal que a la liberación femenina. Entonces llegó Frozen, con una serie de nuevos elementos: la ausencia del príncipe encantador, la traición masculina, el heroísmo y la determinación femenina y el amor fraternal entre hermanas. Frozen, para mí, sí presenta un discurso feminista con los matices adecuados, no extremista ni tampoco hegemónico. Esto no la posiciona como una película para niñas, sino como una película que le habla correctamente a las niñas y que les enseña a buscar la felicidad a su manera, en un mundo que sigue dominado por el hombre, a encontrar en las otras mujeres, aliadas en lugar de enemigas y a que existen más tipos de amor verdadero en el mundo que el que te puede dar una pareja (aunque, siendo justos, este es un mensaje valioso para todo el mundo). Así como existen niñas que sueñan con ser ingenieras, abogadas, amas de casa o estar en la política, hay niñas que aspiran a ser princesas y yo, en lo personal, no le veo nada de malo a eso, siempre que aspiren a ser princesas como Ana y no como Blancanieves (esa moscamuerta…)
A pesar de todo, Frozen se ganó mi corazón no por la música, no por Idina, ni tampoco por Olaf (aunque es imposible no amar a Olaf). Frozen se ganó mi corazón cuando vi a un par de niñas en lados opuestos de una puerta, ambas pidiendo amor y compañía a su manera. Cuando vi a una joven renunciar al amor verdadero para correr a salvar la vida de su hermana. Cuando vi a una mujer llorar a los pies de una estatua de hielo, porque pensaba que había perdido lo único que le quedaba en la vida. Sí, Frozen se llevó mi corazón no porque tocara mis fibras musicales o soñadoras, sino porque tocó las de hermano mayor. Cualquiera que tiene un hermano y ha llegado a sentir al menos una vez la fuerza que tienen los lazos de sangre puede identificarse con esta película. ¿Cuántas veces te separa una puerta invisible de alguien con quien compartes ADN? ¿Cuántas veces pones tus intereses a expensas de su bienestar? ¿Cuántas veces lloras ante un cajón pensando en lo que pudiste hacer diferente? Ese es el mensaje que creo que necesita un mundo que “sufre por amor”. En la era de los “forever alone” y de los Ted Mosby cuyo único valor en la vida está en encontrar al amor verdadero, alguien tiene que hacerte girar la cabezade vez en cuando y enseñarte que nadie está solo cuando tienes a quién te ate la sangre, pues esos lazos, si bien invisibles y a veces distantes, son irrompibles.
Frozen (2013)
Dir: JenniferLee
Prod: Peter Del Vecho
De: Chris Buck, Jennifer Lee y Shane Morris
Walt Disney Studios.